PRIMERA LECTURA
Del libro de la Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24
Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera. Las creaturas del mundo son saludables; no hay en ellas veneno mortal. Dios creó al hombre para que nunca muriera, porque lo hizo a imagen y semejanza de sí mismo; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo y la experimentan quienes le pertenecen. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 29
R/. Te alabaré, Señor, eternamente
•Te alabaré, Señor, pues no dejaste / que se rieran de mí mis enemigos. / Tú, Señor, me salvaste de la muerte / y a punto de morir, me reviviste. R/.
•Alaben al Señor quienes lo aman, / den gracias a su nombre, / porque su ira dura un solo instante / y su bondad, toda la vida. / El llanto nos visita por la tarde; / por la mañana, el júbilo. R/.
•Escúchame, Señor, y compadécete; / Señor, ven en mi ayuda. / Convertiste mi duelo en alegría, / te alabaré por eso eternamente.R/.
EVANGELIO
Del Evangelio según san Marcos 5, 21-43
En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: “Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva”. Jesús se fue con él y mucha gente lo seguía y lo apretujaba.
Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con solo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada.
Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de Él, se volvió hacia la gente y les preguntó: “¿Quién ha tocado mi manto?”. Sus discípulos le contestaron: “Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’”. Pero Él seguía mirando alrededor, para descubrir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranquilizó, diciendo: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad”.
Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a este: “Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?”. Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: “No temas. Basta que tengas fe”. No permitió que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: “¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida”. Y se reían de Él.
Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: “¡Talitá, kum!”, que significa “¡Óyeme, niña, levántate!”. La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.
LECTIO DIVINA
Para meditar
● Óyeme, niña, levántate! (Mc 5, 21-43). Marcos en su pasaje evangélico de hoy aumenta la información sobre la persona de Jesús y muestra cómo el misterio del Reino se refleja en el poder que Jesús ejerce en favor de los discípulos y de la multitud y, sobre todo, en favor de los excluidos y de los marginados. Al mismo tiempo, en la medida en que este poder se manifiesta, aumenta en los discípulos la incapacidad de comprender, y es siempre más claro que deben cambiar las ideas que tienen sobre el Mesías. De lo contrario, la incomprensión crecerá y corren el peligro de alejarse de Jesús.
● Deberíamos tener más fe en esa fuerza salvadora de Jesús, también en relación con esas dos realidades que tanto nos preocupan, la enfermedad y la muerte. Sobre el gran interrogante de la muerte, no tenemos los cristianos una "solución" al enigma, pero sí tenemos luz para afrontarla con sentido y confianza: "el que cree en mí, aunque muera, vivirá".
Cristo nos quiere seguir curando a nosotros, que llegamos no sólo a tocar el borde de su manto, sino que nos alimentamos de su misma Persona en la comunión. Deberíamos tomar como dichas a nosotros las palabras de Jesús: "A ti te lo digo, levántate". Seguro que tenemos de qué levantarnos: de la pereza, del pecado, del desánimo ... Debemos creer en Jesús, no solo cuando todavía hay esperanza, sino también cuando ya todo parece irremediable, creyendo "contra toda esperanza".
Para reflexionar
●¿Cómo es el comportamiento de la mujer que ha tocado a Jesús? ¿Y qué es lo que le da la fuerza para tocar a Jesús?
Oración final
Solo Dios puede crear, pero nosotros podemos revalorizar lo que Él ha creado. Solo Dios puede dar la vida, pero nosotros podemos transmitirla y defenderla. Solo Dios puede dar la fe, pero nosotros podemos dar testimonio de ello. Solo Dios puede infundir esperanza, pero nosotros debemos devolverle la confianza. Amén.
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