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Pan de la Palabra


05 Julio 2021

  • Feria o Memoria libre – Semana 14ª del Tiempo Ordinario
  • Verde / Blanco
  • SAN ANTONIO MARÍA ZACCARÍA, PRESBÍTERO

PRIMERA LECTURA
Del libro del Génesis 28, 10-22

En aquel tiempo, Jacob salió de Berseba y se dirigió a Jarán. Al llegar a cierto lugar, se dispuso a pasar ahí la noche, porque ya se había puesto el sol. Tomó entonces una piedra, se la puso de almohada y se acostó en aquel sitio.
Y tuvo un sueño: soñó una escalera que se apoyaba en tierra y con la punta tocaba el cielo, y los ángeles de Dios subían y bajaban por ella. Vio que el Señor estaba en lo alto de la escalera y oyó que le decía: “Yo soy el Señor, el Dios de tu padre, Abrahán, y el Dios de Isaac. Te voy a dar a ti y a tus descendientes la tierra en que estás acostado. Tus descendientes van a ser tan numerosos como el polvo de la tierra y te extenderás hacia el Oriente y el poniente, hacia el Norte y hacia el Sur; por ti y por tus descendientes serán bendecidos todos los pueblos de la tierra. Yo estoy contigo, te cuidaré por dondequiera que vayas, te haré regresar a esta tierra y no te abandonaré ni dejaré de cumplir lo que te he prometido”.
Cuando Jacob despertó de su sueño, dijo: “Realmente el Señor está en este lugar y yo no lo sabía”. Y exclamó asustado: “¡Qué terrible es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios y la puerta del cielo”.
Jacob se levantó de madrugada, y tomando la piedra que se había puesto de almohada, la colocó como un memorial y derramó aceite sobre ella. Y a aquella ciudad le puso por nombre Betel, aunque su nombre primitivo era Luz. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 90
R/. Señor, en ti confío
Tú que vives al amparo del Altísimo / y descansas a la sombra del todopoderoso, / dile al Señor: “Tú eres mi refugio y fortaleza; / tú eres mi Dios y en ti confío”. R/.
Él te librará de la red del cazador / y de la peste funesta. / Te cubrirá con sus alas / y te refugiarás bajo sus plumas. R/.
“Puesto que tú me conoces y me amas, dice el Señor, / yo te libraré y te pondré a salvo. / Cuando tú me invoques, yo te escucharé; / en tus angustias estaré contigo”. R/.

EVANGELIO
Del Evangelio según san Mateo 9, 18-26

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se le acercó un jefe de la sinagoga, se postró ante Él y le dijo: “Señor, mi hija acaba de morir; pero ven tú a imponerle las manos y volverá a vivir”.
Jesús se levantó y lo siguió, acompañado de sus discípulos. Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orilla del manto, pues pensaba: “Con solo tocar su manto, me curaré”. Jesús, volviéndose, la miró y le dijo: “Hija, ten confianza; tu fe te ha curado”. Y en aquel mismo instante quedó curada la mujer. Cuando llegó a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús a los flautistas, y el tumulto de la gente y les dijo: “Retírense de aquí. La niña no está muerta; está dormida”. Y todos se burlaron de Él. En cuanto hicieron salir a la gente, entró Jesús, tomó a la niña de la mano y esta se levantó. La noticia se difundió por toda aquella región.

Palabra del Señor.

 LECTIO DIVINA

Para meditar

Los caminos de Dios son misteriosos. Actúa con libertad absoluta a la hora de elegir a sus colaboradores en la historia de la salvación. Incluso de las debilidades y fallos humanos saca provecho para llevar adelante la salvación de la humanidad. Muchas de estas personas, como Jacob, se muestran disponibles a este proyecto de Dios y aceptan ser un anillo más de esa cadena humana de que  se sirve Dios para su Reino.
 

También nosotros nos sentimos enviados de Dios a este mundo, cada uno en su ambiente. No tendremos sueños como el de Jacob. Tenemos algo mejor: Jesús es nuestro Mediador, que nos abre el acceso a Dios y nos ha llamado a ser discípulos suyos y a colaborar con Él, siendo luz y sal y fermento en este mundo. Ante las dificultades que esto comporta, tenemos que saber escuchar la voz de Dios: “Yo estoy contigo”. Él nos ayuda en el camino, nos conoce, está cerca.

Tenemos que compartir la confianza que expresa el salmo 91(90), el que rezamos tantas veces en estos tiempos de pandemia: “Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti; Él te librará de la red del cazador”.
 

En los sacramentos es donde nos acercamos con más fe a Jesús y lo “tocamos”, o nos toca Él a nosotros por la mediación de su Iglesia, para concedernos su vida. En el caso de aquella mujer, Jesús notó que había salido fuerza de Él (como comenta Lucas en el texto paralelo). Así pasa en los sacramentos, que nos comunican, no unos efectos jurídicamente válidos “porque Cristo los instituyó hace dos mil años”, sino la vida que Jesús nos transmite hoy y aquí, desde su existencia de Señor resucitado. Como dice el Catecismo: “Los sacramentos son fuerzas que brotan del Cuerpo de Cristo, siempre vivo y vivificante” (CEC 1116).

El dolor de aquel padre y la vergüenza de aquella buena mujer pueden ser un buen símbolo de todos nuestros males, personales y comunitarios. También ahora, como en su vida terrena, Jesús nos quiere atender y llenarnos de su fuerza y su esperanza. En la Eucaristía se nos da Él mismo como alimento, para que, si lo recibimos con fe, nos vayamos curando de nuestros males.

 

Para reflexionar

 ¿Tenemos alguna historia de escapadas y de infidelidades en nuestra relación con Dios?

Oración final

Padre santo, renuévanos con tu Palabra, haznos nuevas criaturas, queremos gozar de la presencia de tu Hijo Jesús en nuestra vida. Amén.


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