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Pan de la Palabra


27 Julio 2021

  • Feria – Semana 17ª del Tiempo Ordinario
  • Verde
  • San Celestino I

PRIMERA LECTURA
Del libro del Éxodo 33, 7-11; 34, 5-9.28

En aquellos días, Moisés tomó la tienda que había “de la reunión” y la colocó a cierta distancia, fuera del campamento, de modo que todo el que deseaba consultar al Señor, tenía que salir fuera del campamento.
Cuando Moisés iba hacia la tienda, todo el pueblo se levantaba, se quedaba de pie a la entrada de sus tiendas seguía con la vista a Moisés, hasta que entraba en la tienda de la reunión. Una vez que Moisés entraba en ella, la columna de nube bajaba y se detenía a la puerta, mientras el Señor hablaba con Moisés. Todo el pueblo, al ver la columna de nube detenida en la puerta de la tienda de la reunión, se levantaba y cada uno se postraba junto a la entrada de su tienda.
El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo. Luego volvía Moisés al campamento, pero su ayudante, el joven Josué, hijo de Nun, no se alejaba de la tienda de la reunión.
Moisés invocó el nombre del Señor, y entonces el Señor pasó delante de él y exclamó: “¡El Señor todopoderoso es un Dios misericordioso y clemente, lento para enojarse y rico en amor y fidelidad; Él mantiene su amor por mil generaciones y perdona la maldad, la rebeldía y el pecado, pero no los deja impunes, ¡pues castiga la maldad de los padres en los hijos, nietos y bisnietos!”.
Al instante Moisés cayó de rodillas y se postró ante Él, diciendo: “Si de veras gozo de tu favor, te suplico, Señor, que vengas con nosotros, aunque seamos un pueblo de cabeza dura. Perdona nuestras maldades y pecados, y recíbenos como herencia tuya”. Moisés estuvo con el Señor cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua. Y escribió en las tablas las palabras de la alianza, los diez mandamientos. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 102
R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor hace justicia / y le da la razón al oprimido. / A Moisés le mostró su bondad / y sus prodigios al pueblo de Israel. R/.
El Señor es compasivo y misericordioso, / lento para enojarse y generoso para perdonar. / El Señor no estará siempre enojado, / ni durará para siempre su rencor. R/.
No nos trata como merecen nuestras culpas, / ni nos paga según nuestros pecados. / Como un padre es compasivo con sus hijos, / así es de grande su misericordia. R/.
Así como un padre es compasivo con sus hijos, / así es compasivo el Señor con quien lo ama, / pues bien sabe Él de lo que estamos hechos / y de que somos barro, no se olvida.R/.

 

EVANGELIO
Del Evangelio según san Mateo 13, 36-43

En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo”.
Jesús les contestó: “El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del demonio; el enemigo que la siembra es el demonio; el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga”.

 

Palabra del Señor.

 

 LECTIO DIVINA

Para meditar

Si los israelitas apreciaban la cercanía de Dios en la tienda del encuentro, los cristianos estamos mucho más motivados para agradecer su presencia en todo momento de nuestra vida, visibilizada, sobre todo, en la Eucaristía y en su prolongación del sagrario. Jesús no nos abandona, Él es “Dios-con nosotros”, luz y alimento para el camino.No veremos ninguna nube a la puerta de nuestras iglesias, ni podremos hablar “cara a cara” con Dios. Pero sí sabemos que no estamos solos en nuestra vida. Podemos decir, con más razón que el pueblo de Israel: “Que mi Señor vaya con nosotros... tómanos como heredad tuya”. Haremos bien en conseguir momentos de silencio y de “encuentro” con Dios, de experiencia de oración ante Él. No hará falta que vayamos cada vez a un retiro de cuarenta días en el monte, ni que lleguemos a sentir fenómenos místicos de unión con Dios. Pero debemos saber escapar del campamento de la actividad y tomar aliento en la cercanía de Dios.

De nuevo se nos recuerda que el juicio no nos corresponde a nosotros. Le pertenece a Dios y lo hará al final. Mientras tanto, el bien y el mal coexisten en nuestro campo. Parece la defensa de una comunidad que no solo tiene “santos” y “perfectos”, sino también personas pecadoras y débiles. Nuestra comunidad no debe ser elitista, con entrada exclusiva para los perfectos (naturalmente, según la concepción maniquea que solemos tener, nosotros seríamos los “perfectos” y los “justos”). Sino que en la Iglesia, como en el campo de la parábola, hay trigo y cizaña. Y en la red, peces buenos y malos, como nos dirá Jesús pasado mañana.

No nos deberíamos escandalizar demasiado fácilmente del mal que nos parece ver a nuestro alrededor. Y, en todo caso, hemos de ser tolerantes, con paciencia “escatológica”. Al que peor le tendría que parecer que haya nacido cizaña en su campo es al sembrador, Dios, o el mismo Cristo. Y nos enseñan que hay que saber esperar, respetando la libertad de las personas y el ritmo de los tiempos. Dios sigue creyendo en el hombre, a pesar de todo.
Eso sí, tenemos que discernir el bien y el mal no todo es trigo y luchar para que triunfen el bien y los valores que ha sembrado Jesús, y seguir rezando “venga a nosotros tu Reino” y “líbranos del mal (o del maligno)”. Convivir con el mal no significa aceptarlo.
Pero todo eso lo hacemos con un talante no violento. Sin medidas drásticas ni coactivas. Con la fuerza de una semilla que se abre paso y de un fermento que llegará a transformar la masa, según las dos parábolas de ayer. Conscientes de que el juicio, “arrancar la cizaña”, pertenece a los tiempos últimos y no nos toca a nosotros.

 

Para reflexionar

¿Somos capaces de discernir entre el bien y el mal? ¿Somos conscientes de que no todo es trigo y que debemos luchar para que triunfen el bien y los valores que ha sembrado Jesús?

Oración final

Señor, queremos ser parte de tu familia. Queremos que tu voluntad sea la norma de nuestra vida, pues ese es el camino para la santidad. Amén.


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