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Pan de la Palabra


17 Agosto 2021

  • Feria – Semana 20ª del Tiempo Ordinario
  • Verde
  • Santa Beatriz de Silva

PRIMERA LECTURA
Del libro de los Jueces 6, 11-24

En aquellos días, vino el ángel del Señor y se sentó bajo la encina de Ofrá, que pertenecía a Joás, de la familia de Abiezer. Su hijo Gedeón estaba limpiando trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas, cuando el ángel del Señor se le apareció y le dijo: “El Señor está contigo, valiente guerrero”.
Le contestó Gedeón: “Perdón, señor mío. Si el Señor está con nosotros, ¿por qué han caído sobre nosotros tantas desgracias? ¿Dónde están todos aquellos prodigios de los que nos hablaban nuestros padres cuando nos decían: ‘El Señor nos sacó de Egipto’? Ahora, en cambio, el Señor nos ha abandonado y nos ha entregado a los madianitas”.
Entonces el Señor se volvió hacia Gedeón y le dijo: “Usa la fuerza que tienes, para ir a salvar a Israel del poder de los madianitas.Yo soy el que te envía”. Le respondió Gedeón: “Perdón, Señor mío; pero ¿cómo voy a salvar yo a Israel? Mi familia es la más pobre de la tribu de Manasés y yo, el más pequeño de la casa de mi padre”. El Señor le respondió: “Yo estaré contigo y tú derrotarás a todos los madianitas como si fueran un solo hombre”.
Gedeón le dijo: “Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú el que me habla. No te vayas de aquí, por favor, hasta que vuelva con una ofrenda y te la presente”. Él respondió: “Aquí me quedaré hasta que vuelvas”.
Gedeón entró en su casa, preparó un cabrito, y con una medida de harina, hizo unos panes sin levadura; puso la carne en una canastilla y el caldo en una olla, lo llevó bajo la encina y se lo ofreció al ángel. Pero este le dijo: “Toma la carne y los panes sin levadura, ponlos sobre esa roca y derrama encima el caldo”. Gedeón lo hizo así.
Luego el ángel del Señor acercó la punta del bastón que tenía en la mano y tocó la carne y los panes sin levadura. Salió fuego de la roca, consumió la carne y los panes, y el ángel del Señor desapareció.
Entonces se dio cuenta Gedeón de que era el ángel del Señor y exclamó: “¡Ay, Dios mío, he visto al ángel del Señor cara a cara!”. Pero el Señor le dijo: “Que la paz sea contigo. No temas; no morirás”. Gedeón levantó un altar al Señor en aquel lugar y lo llamó: “La paz del Señor”.Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 84
R/.
Escucharé las palabras del Señor
Escucharé las palabras del Señor, / palabras de paz para su pueblo santo / y para los que se convierten de corazón. / Está ya cerca nuestra salvación / y la gloria del Señor habitará en la tierra. R/.
La misericordia y la verdad se encontraron, / la justicia y la paz se besaron, / la fidelidad brotó en la tierra / y la justicia vino del cielo. R/.
Cuando el Señor nos muestre su bondad, / nuestra tierra producirá su fruto. / La justicia le abrirá camino al Señor / e irá siguiendo sus pisadas. R/.

 

EVANGELIO
Del Evangelio según san Mateo 19, 23-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Se lo repito: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos”. Al oír esto, los discípulos se quedaron asombrados y exclamaron: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”. Pero Jesús, mirándolos fijamente, les respondió: “Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible”. Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo a Jesús: “Señor, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué nos va a tocar?”. Jesús les dijo: “Yo les aseguro que en la vida nueva, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, los que me han seguido, se sentarán también en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que por mí haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos, o propiedades, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Y muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros”. 

Palabra del Señor.

 

 LECTIO DIVINA

Para meditar

● Nuestra fe cristiana es histórica. No se reduce a unas verdades que creer o a unos deberes que cumplir. Es la historia de cómo ha actuado y sigue actuando Dios, y cómo le ha respondido la humanidad, unas veces bien y otras, mal. Historia de la salvación.

Nuestra catequesis −la predicación, los cantos, el lenguaje de nuestra reflexión teológica− ganaría fuerza si fuera más “histórica”. Es la mejor manera de presentar a Dios. No hecha de definiciones filosóficas, sino a partir de lo que ha obrado por su pueblo. Ahí aparecerían el amor y la fidelidad de Dios y, también, las esclavitudes, los éxodos, los procesos de liberación, las idolatrías, las infidelidades, los valores y los fallos de la humanidad de entonces y de siempre. Y, en medio, se vería cómo, en Cristo, Dios se nos ha acercado definitivamente y cómo, en Él, tenemos acceso confiado al Padre.

● Cristo toma en serio la relación sexual, el matrimonio y la dignidad de la mujer. No con los planteamientos superficiales de su tiempo y de ahora, buscando solo una satisfacción que puede ser pasajera. En el sermón de la montaña ya desautorizaba el divorcio. Aquí apela a la voluntad original de Dios, que comporta una unión mucho más seria y estable, no sujeta a un sentimiento pasajero o a un capricho.

El plan es de Dios: Él es quien ha querido que exista esa atracción y ese amor entre el hombre y la mujer, con una admirable complementariedad y, además, con la apertura al milagro de la vida, en el que colaboran con el mismo Dios. Lo cual nos recuerda la necesidad de que lo tomemos en serio también nosotros, dentro de la comunidad eclesial: la preparación humana y psicológica del matrimonio, su celebración, su acompañamiento después... El amor que quiere Dios es estable, fiel, maduro.

Si el matrimonio se acepta con todas las consecuencias, no buscándose solo así mismo, sino con esa admirable comunión de vida que supone la vida conyugal y, luego, la relación entre padres e hijos, evidentemente es comprometido, además de noble y gozoso.

 

Para reflexionar

¿Qué tanto hemos experimentado la ternura y el amor de Dios por nosotros? ¿Somos conscientes de las implicaciones de dicha experiencia en nuestro compromiso de fe?

Oración final

Señor Jesús, concédenos la gracia de vivir en santidad nuestra vocación y proyecto de vida, sea en el matrimonio o en el celibato por el Reino de los Cielos. Amén.


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