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Pan de la Palabra


06 Septiembre 2021

  • Feria – Semana 23ª del Tiempo Ordinario
  • Verde
  • SAN MAGNO DE FUSSEN

PRIMERA LECTURA
De la Primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 5, 1-6. 9-11

Hermanos: Por lo que se refiere al tiempo y a las circunstancias de la venida del Señor, no necesitan que les escribamos nada, puesto que ustedes saben perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando la gente esté diciendo: “¡Qué paz y qué seguridad tenemos!”, de repente vendrá sobre ellos la catástrofe, como de repente le vienen a la mujer encinta los dolores del parto, y no podrán escapar.
Pero a ustedes, hermanos, ese día no los tomará por sorpresa, como un ladrón, porque ustedes no viven en tinieblas, sino que son hijos de la luz y del día, no de la noche y las tinieblas. Por tanto, no vivamos dormidos, como los malos; antes bien, mantengámonos despiertos y vivamos sobriamente.
Porque Dios no nos ha destinado al castigo eterno, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo. Porque Él murió por nosotros para que, cuando Él vuelva, ya sea que estemos vivos o hayamos muerto, vivamos siempre con Él. Por eso anímense mutuamente y ayúdense unos a otros a seguir progresando, como de hecho ya lo hacen.Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 26
R/. El Señor es mi luz y salvación
El Señor es mi luz y mi salvación, / ¿a quién voy a tenerle miedo? / El Señor es la defensa de mi vida, / ¿quién podrá hacerme temblar?R/.
Lo único que pido, lo único que busco / es vivir en la casa del Señor toda mi vida, / para disfrutar las bondades del Señor / y estar continuamente en su presencia.R/.
La bondad del Señor espero ver / en esta misma vida. / Ármate de valor y fortaleza / y en el Señor confía.R/.

EVANGELIO
Del Evangelio según san Lucas 4, 31-37

En aquel tiempo, Jesús fue a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Todos estaban asombrados de sus enseñanzas, porque hablaba con autoridad.
Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo y se puso a gritar muy fuerte: “¡Déjanos! ¿Por qué te metes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé que tú eres el Santo de Dios”.
Pero Jesús le ordenó: “Cállate y sal de ese hombre”. Entonces el demonio tiró al hombre por tierra, en medio de la gente, y salió de él sin hacerle daño. Todos se espantaron y se decían unos a otros: “¿Qué tendrá su palabra? Porque da órdenes con autoridad y fuerza a los espíritus inmundos y estos se salen”. Y su fama se extendió por todos los lugares de la región.

 

Palabra del Señor.

 

 LECTIO DIVINA

Para meditar
 

Si nosotros tuviéramos ese “motor” de la fe en Cristo, también estaríamos dispuestos a cualquier cosa para poderlo anunciar, que es a lo que hemos sido llamados todos los cristianos: padres, amigos, educadores, sacerdotes, religiosos. Si no evangelizamos –por pereza o por frialdad o por miedo– tal vez muchas personas se quedarán sin enterarse de ese plan salvador que Dios quiera dar a conocer a todos.
 

La condición es que nosotros mismos estemos convencidos, que Cristo sea “para nosotros la esperanza de la gloria” y la razón de ser de todo. Entonces seremos tan valientes y generosos como Pablo. Él escribe esta carta desde la cárcel, donde está detenido por predicar a Cristo. Pero no lo pueden hacer callar.

Mirando el ejemplo de Pablo, ya sabemos que seguramente nos tocará sufrir. Pero, como él, hemos de alegrarnos de poder sufrir, porque así nos incorporamos al dolor del mismo Cristo, en su misterio pascual, y contribuimos a la salvación de los demás.
 

Cuando celebramos la Eucaristía, memorial del sacrificio de Cristo, podemos aportar al altar, incluidos simbólicamente en el pan y el vino que aportamos, “los gozos y las fatigas de cada día”, como nos invita a veces el sacerdote antes de la oración sobre las ofrendas. Unimos a la ofrenda definitiva de Cristo lo que hayamos tenido que sufrir para ser fieles testigos suyos en el mundo, contentos de incorporar nuestra pequeña cruz a la de Cristo.

Es evidente que Jesús no desautoriza aquella institución tan válida del sábado, el día dedicado al culto de Dios, a la alegría, al descanso laboral, a la oración, a la vida de familia, al agradecimiento por la obra de la creación. Más aún, parece como si Él ese día acumulara sus gestos curativos y salvadores.
 

Lo que critica es una comprensión raquítica, más preocupada por cumplir unas normas, muchas veces inventadas por las varias escuelas, que por el espíritu de fe que debe impregnar la vivencia de este día. No se podrá trabajar en sábado, y por tanto no habrá que hacer curas médicas a no ser que sean necesarias. Pero extender el brazo y decir una palabra de curación ¿es trabajar? El recoger unas espigas y comer sus granos al pasear por el campo, ¿es un trabajo equiparable a la siega? Las escuelas de los fariseos habían llegado a interpretar el sábado convirtiéndolo en día de preocupación casuística en vez de en día de libertad. Jesús enseña actitudes más profundas, más preocupadas por el espíritu que por la letra. Y nosotros tendríamos que aplicar esta enseñanza a muchos detalles de nuestras normas de vida.
 

Para reflexionar

¿Estamos dispuestos, con la fuerza y el poder de Dios, a dejar la vieja levadura y ser fermento nuevo para nuestro hogar?

Oración final

Líbranos, Señor, de una religión enmohecida por la rutina, y haz que vivamos cada día la novedad de tu Evangelio, que es la buena nueva de tu amor al hombre pecador. Alienta nuestra fe en ti y nuestro amor a los hermanos, para que vivamos siempre en tu gozo y tu esperanza.Amén.


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