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Pan de la Palabra


14 Octubre 2021

  • Feria o Memoria libre – Semana 28ª del Tiempo Ordinario
  • Verde / Rojo
  • SAN CALIXTO I, PAPA Y MÁRTIR

PRIMERA LECTURA
De la Carta del apóstol san Pablo a los Romanos 3, 21-30

Hermanos: La actividad salvadora de Dios, atestiguada por la ley y los profetas, se ha manifestado ahora independientemente de la ley. Por medio de la fe en Jesucristo, la actividad salvadora de Dios llega, sin distinción alguna, a todos los que creen en Él.
En efecto, como todos pecaron, todos están privados de la presencia salvadora de Dios; pero todos son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención llevada a cabo por medio de Cristo Jesús, al cual Dios expuso públicamente como la víctima que nos consigue el perdón por la ofrenda de su sangre, por medio de la fe.
Así nos enseña Dios lo que es su actividad salvadora: perdona los pecados cometidos anteriormente, que soportó con tanta paciencia, y nos da a conocer, en el tiempo actual, que Él es el justo que salva a todos los que creen en Cristo Jesús. ¿En dónde quedó, pues, tu derecho a gloriarte? Ha sido eliminado. ¿Por cumplir la ley? De ninguna manera, sino por aceptar la fe. Porque sostenemos que el hombre es justificado por la fe y no por hacer lo que prescribe la ley de Moisés. ¿Acaso Dios es Dios solo de los judíos? ¿No lo es también de los no judíos? Evidentemente que sí, puesto que no hay más que un solo Dios, que justifica por medio de la fe tanto a los judíos como a los no judíos. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 129
R/. Perdónanos, Señor, y viviremos
Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; / Señor, escucha mi clamor; / que estén atentos tus oídos / a mi voz suplicante. R/.
Si conservaras el recuerdo de las culpas, / ¿quién habría, Señor, que se salvara? / Pero de ti procede el perdón, / por eso con amor te veneramos.R/.
Confío en el Señor, / mi alma espera y confía en su Palabra; / mi alma aguarda al Señor, / mucho más que a la aurora el centinela.R/.

EVANGELIO
Del Evangelio según san Lucas 11, 47-54

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y doctores de la ley: “¡Ay de ustedes, que les construyen sepulcros a los profetas que los padres de ustedes asesinaron! Con eso dan a entender que están de acuerdo con lo que sus padres hicieron, pues ellos los mataron y ustedes les construyeron el sepulcro.
Por eso dijo la sabiduría de Dios: Yo les mandaré profetas y apóstoles, y los matarán y los perseguirán, para que así se le pida cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que fue asesinado entre el atrio y el altar. Sí, se lo repito: a esta generación se le pedirán cuentas.
¡Ay de ustedes, doctores de la ley, porque han guardado la llave de la puerta del saber! Ustedes no han entrado, y a los que iban a entrar les han cerrado el paso”.
Luego que Jesús salió de allí, los escribas y fariseos comenzaron a acosarlo terriblemente con muchas preguntas y a ponerle trampas para ver si podían acusarlo con alguna de sus propias palabras.

Palabra del Señor.

 

 LECTIO DIVINA

Para meditar

Puede resultarnos un poco extraño este tema tan repetido por Pablo (aquí y en la Carta a los Gálatas) de que no es la Ley de Moisés la que salva, sino Cristo Jesús y la fe en Él. No parece, a primera vista, nuestro problema. Y, sin embargo, puede ser que tengamos el peligro de caer en una tentación equivalente. ¿Nos sentimos superiores a otros, por nuestra condición de católicos, de cristianos “practicantes”, de religiosos o sacerdotes? ¿Tenemos, al menos en el subconsciente, la idea de que estamos “ganándonos” la salvación por los méritos que vamos acumulando en la presencia de Dios?
 

También nosotros debemos sentirnos perdonados por Dios, salvados gratuitamente por Él. No creernos que tenemos derecho a la salvación por nuestras “obras meritorias”. La salvación no se compra a base de buenas obras.
 

Estas buenas obras tenemos que hacerlas, pero no son las que nos salvan a modo de paga o de jornal. Tanto “judíos como griegos”, los que pertenecen al pueblo israelita como los que no, estamos en deuda con Dios y tenemos que agradecerle el que nos haya salvado enviando como Redentor (pagador del rescate) a su Hijo Jesús.
 

La tesis de Pablo nos ayuda a ser un poco más humildes en la presencia de Dios, sabiéndonos salvados por su amor y por la sangre de su Hijo. Y, a la vez, esto mismo nos hace más tolerantes con los demás, no creyéndonos superiores a nadie. Es la actitud que nos sugiere el salmo: “Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón... Mi alma espera en el Señor, espera en su Palabra”.
 

• Es valiente Jesús, al desenmascarar las actitudes de las clases dirigentes de su época. Pero sus palabras nos ponen interrogantes también a nosotros, seamos dirigentes o no. Esto puede pasar en la sociedad en la que pueden estorbar a los poderosos las voces proféticas que se levantan contra sus injusticias. Puede pasar en la Iglesia en la que en ocasiones se hace callar a los que tienen un espíritu más libre y crítico, aunque más tarde a veces se los rehabilite o incluso se los canonice. Pero puede pasar también a nuestro alrededor, cuando nos sentimos molestos si somos criticados, y hacemos lo posible por desacreditar –¡no llegaremos a eliminar!– a esos “profetas” que se atreven a llevarnos la contraria. A todos nos pasa que nos estorban los profetas vivos, no los muertos.
 

Además podemos merecer también las palabras de Jesús a los juristas. ¿Nos sentimos “propietarios de la verdad”, guardando sus llaves, de modo que los demás tengan que pasar la aduana de nuestra interpretación? ¿Nos creemos los únicos que tenemos razón en todas las discusiones, sean importantes en el ámbito eclesial o más cotidianas en nuestra familia o círculo comunitario? Sería una lástima que los que podemos decir una palabra en el ámbito de la catequesis o de la predicación no comuniquemos esperanza y alegría, sino angustia y miedo. Seríamos malos guías.

 

Para reflexionar

¿Caemos en la trampa de honrar a los profetas que fueron, reconociendo sus méritos y la injusticia del trato que recibieron, pero luego resulta que no hacemos caso de los profetas actuales, y les hacemos la vida imposible, porque no estamos dispuestos a escuchar su mensaje, cuando nos es incómodo?

Oración final
Señor Jesús, con frecuencia desatendemos las palabras de quienes nos invitan a llevar una vida coherente; ilumínanos con tu amor para cambiar nuestra forma de vivir y pensar. Amén.


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