LECTIO DIVINA
Para meditar
• Uno se queda pensando, al leer estas palabras, que eso sería el ideal: que nos sintiéramos libres interiormente, que no fuéramos esclavos del mal, porque al incorporarnos a Cristo desde el bautismo, ya no somos “súbditos de los deseos del cuerpo”, que “el pecado no sigue dominando en nuestro cuerpo mortal”, sino que vivimos como quien “de la muerte ha vuelto a la vida”.
Pero también experimentamos, y dramáticamente, que eso lo vamos consiguiendo poco a poco. El amor que nos tiene Dios es grande y la fuerza que nos transmite Cristo es muy eficaz, pero de alguna manera seguimos sintiendo en nosotros la atracción del mal. El bautismo no es más que el nacimiento. Luego, toda la vida del cristiano es un proceso trabajoso de crecimiento en esa gracia recibida. Ya tenemos vida en nosotros, ya somos miembros de Cristo, pero el pecado no ha desaparecido de nuestro horizonte y hemos de luchar día a día para vivir conforme a eso que somos.
No tenemos que volver atrás ni dejarnos esclavizar por el pecado. El salmo nos da la motivación para que sigamos confiando, a pesar de todo: “Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, nos habrían tragado vivos... nos habrían arrollado las aguas... nuestro auxilio es el nombre del Señor”. A pesar de que cada día nos acechan mil tentaciones, ojalá podamos decir: “Hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador”.
• Todos tenemos el riesgo de la pereza en nuestra vida de fe. O del amodorramiento, urgidos por tantas preocupaciones. Hoy nos recuerdan que debemos estar vigilantes. Las comparaciones del ladrón que puede venir en cualquier momento, o el amo que puede presentarse improvisadamente, nos invitan a que tengamos siempre las cosas preparadas. No a que vivamos con angustia, pero sí con una cierta tensión, con sentido de responsabilidad, sin descuidar ni la defensa de la casa ni el arreglo y el buen orden en las cosas que dependen de nosotros.
Si se nos ha confiado alguna clase de responsabilidad, todavía más: no podemos caer en la fácil tentación de aprovecharnos de nuestra situación para ejercer esos modos tiránicos que Jesús describe tan vivamente.
La “venida del Hijo del hombre” puede significar, también aquí, tanto el día del juicio final como la muerte de cada uno, como también esas pequeñas pero irrepetibles ocasiones diarias en que Dios nos manifiesta su cercanía, y que solo aprovechamos si estamos “despiertos”, si no nos hemos quedado dormidos en las cosas de aquí abajo. El Señor no solo nos “visita” en la hora de la muerte, sino cada día, a lo largo del camino, si sabemos verlo.
En el Apocalipsis, el ángel les dice a los cristianos que vivan atentos, porque podrían desperdiciar el momento de la visita del Señor: “Mira que estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3, 20). Sería una lástima que no le abriéramos al Señor y nos perdiéramos la cena con Él.
Para reflexionar
●La respuesta de Jesús a Pedro sirve también para nosotros, para mí. ¿Somos buenos administradores de la misión que hemos recibido? ¿Cómo hacemos para estar vigilantes siempre?
Oración final
Dios Padre, que nos has entregado tu viña para que la cuidemos y la hagamos fructificar, concédenos tu auxilio para que podamos realizar con esmero el trabajo encomendado. Amén.
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"Tiene Dios poder para colmarlos de toda clase de favores, de modo que, teniendo siempre lo suficiente, les sobre para obras buenas". (2 Corintios 9, 8). Puedes colaborarnos en esta obra de evangelización con tu donación: https://bit.ly/2DZuzDE