PRIMERA LECTURA
Del libro del Eclesiastés (Qohélet) 1, 2-11
Todas las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión. ¿Qué provecho saca el hombre de todos sus trabajos en la tierra? Pasa una generación y viene otra, pero la tierra permanece siempre. El sol sale y se pone; corre y llega a su lugar, de donde vuelve a salir. Sopla el viento hacia el sur y gira luego hacia el norte, y dando vueltas y más vueltas, vuelve siempre a girar. Todos los ríos van al mar, pero el mar nunca se llena; regresan al punto de donde vinieron y de nuevo vuelven a correr. Todo es difícil de entender: no deja el hombre de cavilar, no se cansan los ojos de ver ni los oídos de oír. Lo que antes existió, eso volverá a existir. Lo que antes se hizo, eso se volverá a hacer. No hay nada nuevo bajo el sol. Si de alguna cosa dicen: “Mira, esto sí es nuevo”, aun esa cosa existió ya en los siglos anteriores a nosotros. Nadie se acuerda de los antiguos y lo mismo pasará con los que vengan: no se acordarán de ellos sus sucesores.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 89
R/. Tú eres, Señor, nuestro refugio.
• Tú, Señor, haces volver al polvo a los humanos, / diciendo a los mortales que retornen. / Mil años son para ti como un día / que ya pasó; como una breve noche. R/.
• Nuestra vida es tan breve como un sueño; / semejante a la hierba, / que despunta y florece en la mañana / y por la tarde se marchita y se seca. R/.
• Enséñanos a ver lo que es la vida / y seremos sensatos. / ¿Hasta cuándo, Señor, vas a tener / compasión de tus siervos? ¿Hasta cuándo? R/.
• Llénanos de tu amor por la mañana / y júbilo será la vida toda. / Que el Señor bondadoso nos ayude / y dé prosperidad a nuestras obras. R/.
EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 7-9
En aquel tiempo, el rey Herodes se enteró de todos los prodigios que Jesús hacía y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado; otros, que había regresado Elías, y otros, que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Pero Herodes decía: “A Juan yo lo mandé decapitar. ¿Quién será, pues, éste del que oigo semejantes cosas?”. Y tenía curiosidad de ver a Jesús.
Palabra del Señor.
LECTIO DIVINA
PARA MEDITAR
• El profeta esperado. La creencia popular judía esperaba que, al comienzo de los tiempos mesiánicos, según la profecía de Malaquías (3, 23), vendría de nuevo el profeta Elías, que había sido arrebatado al cielo en un carro de fuego (siglo IX). Elías vendría “para calmar la ira antes de que estalle, para reconciliar a padres con hijos, para restablecer las tribus de Israel” (Si 48, 10). Algunos identificaron a Elías con el Bautista, y ahora lo identifican con Jesús de Nazaret.
Otros esperaban un nuevo Moisés. La creencia en el retorno de un gran profeta pertenecía también a la esperanza escatológica judía, vinculada a la venida del Mesías. Este estaba ya presente en Jesús; pero, sorprendentemente, entre todas las hipótesis que se barajaban sobre su persona ninguna incidía en su condición mesiánica. ¿Por qué? Porque el Mesías esperado por los judíos era de tipo triunfalista y político; y era claro que Jesús no reunía esas características. Él encarnaba, más bien, al siervo sufriente del Señor, conforme a los poemas del Segundo Isaías.
No obstante, Jesús aparecía evidentemente como un gran profeta. Así lo entendieron el pueblo sencillo, sus discípulos, los curados por Él e incluso sus enemigos declarados. Lo que lo definía era su anuncio del Reino de Dios, los signos de sus curaciones y milagros que avalaban la buena nueva de la presencia de ese Reino, su dedicación a los pobres, su invitación a la conversión, su insistencia en el fin de los tiempos ya cumplidos en parte con la oferta de la salvación de Dios y, sobre todo, su fidelidad al mensaje y a la verdad hasta su muerte violenta, acaecida en Jerusalén, como la de los antiguos profetas.
• Respuesta de la fe sobre Jesús. Según muchos, todo esto hacía de Jesús el gran profeta esperado. Pero había algo más que pasó desapercibido a todos, incluso a sus discípulos hasta después de la muerte y resurrección del Señor: Él era también el Mesías anunciado por los profetas. La pregunta sobre Jesús seguía en pie. Habrá que esperar la profesión de fe de Pedro para superar las hipótesis populares, como veremos mañana.
Pero, sobre todo, habrá que esperar la respuesta del Padre resucitando a su Hijo de entre los muertos para, a la luz de la fe pascual, responder en plenitud a la pregunta que seguidamente planteará Cristo a los suyos: ¿Quién soy yo para ustedes?: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.
A su categoría de Dios unía Jesús la plenitud de los valores humanos: profundamente humano y sencillamente divino, sublime como hombre y adorable como Dios. Motivos más que suficientes para seguir y amar a Cristo apasionadamente, porque Él es una persona de hoy día, viva, cercana a nosotros y amigo personal nuestro.
para reflexionar
• ¿Nuestro deseo de ver y de escuchar a Jesús es para obedecer a su Palabra o por pura curiosidad, autodefensa y control, como en el caso de Herodes?
ORACIÓN FINAL
Danos, Señor, valentía para vivir nuestra fe, para seguir y confesar a Cristo con nuestra palabra, nuestra vida y nuestro amor a los hermanos. Amén.
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