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Pan de la Palabra


10 Octubre 2022

  • Semana 28ª del Tiempo Ordinario
  • Verde
  • Santo Tomás de Villanueva

PRIMERA LECTURA

De la Carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 4, 22-24.26-27.31–5, 1

Hermanos: Dice la Escritura que Abrahán tuvo dos hijos: uno de la mujer que era esclava y el otro de la que era libre. El hijo de la esclava fue engendrado según las leyes naturales; el de la libre, en cambio, en virtud de la promesa de Dios. Esto tiene un sentido simbólico. En efecto, las dos mujeres representan las dos alianzas: Agar representa la del monte Sinaí, que engendra esclavos y es figura de la Jerusalén de aquí abajo. Por el contrario, la Jerusalén de arriba es libre y esa es nuestra madre. A este respecto dice la Escritura: “Regocíjate tú, la estéril, la que no das a luz; rompe a cantar de júbilo, tú, la que no has sentido los dolores del parto; porque la mujer abandonada tendrá más hijos que aquella que tiene marido”. Así pues, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la mujer libre. Cristo nos ha liberado para que seamos libres. Conserven, pues, la libertad y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 112

R. Bendito sea el Señor, ahora y para siempre.

 Bendito sea el Señor, / alábenlo sus siervos. / Bendito sea el Señor, / desde ahora y para siempre. R/.
• Desde que sale el sol hasta su ocaso, / alabado sea el nombre del Señor. / Dios está sobre todas las naciones, / su gloria, por encima de los cielos. R/.

• ¿Quién hay como el Señor? / ¿Quién iguala al Dios nuestro, / que tiene en las alturas su morada, / y sin embargo de esto, / bajar se digna su mirada / para ver tierra y cielo? R/.

• Él levanta del polvo al desvalido / y saca al indigente del estiércol, / para hacerlo sentar entre los grandes, / los jefes de su pueblo. R/.

 

EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 29-32

En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y este comenzó a decirles: “La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará otra señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo. Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del sur se levantará el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde los últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás”.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

PARA MEDITAR

• Los judíos quieren un gran signo para convertirse y creer en Jesús; no les bastaban los que hacía continuamente. Lo cual demuestra, una vez más, que la fe no depende de los milagros, sino viceversa. Es más, el hombre actual desconfía de los milagros e incluso los rechaza.

 

Es cierto que los milagros de Dios invitan a creer, pero no dan automáticamente la fe. Pues esta no es la conclusión inevitable de un silogismo o de un raciocinio, ni siquiera de una evidencia; sin que por eso deje de ser “razonable” el creer y fiarse de Dios. Pero la fe es don de su Espíritu al corazón del hombre sincero.

 

Algunos se preguntan a veces por qué Dios no da a los ateos señales aplastantes, por qué no escribe su nombre en el cielo con tanta claridad que sea imposible negarse a creer. No lo hace por la misma razón que Cristo no quiso ofrecer portentos, ni en esta ocasión, ni al tentador en el desierto, ni a sus enemigos cuando moría en la cruz. Tales reclamos publicitarios no servirían para nada, a lo sumo para suscitar un asentimiento forzoso, es decir, una falsa fe.

 

“No bajaste, Señor, de la cruz porque no querías hacer esclavos a los hombres por medio de un portento, porque deseabas un amor libre y no el que brota de un milagro. Tenías sed de amor voluntario, no de encanto servil ante el poder, que inspira temor a los esclavos” (F. M. Dostoievski, El gran inquisidor).

 

El verdadero creyente no pide ni necesita milagros para creer y convertirse a Dios. Le basta con ver la obediencia incondicional y el amor sin medida de Jesús.

 

para reflexionar

• ¿Qué significa ser libres en Cristo? ¿De qué se alimenta nuestra fe y nuestra vida cristiana? ¿La meditación de la Palabra de Dios transforma nuestra vida?

 

ORACIÓN FINAL

Líbranos, Señor, de la tentación de pedirte pruebas de tu ternura para creer y convertirnos. Tú prefieres un amor libre y de hijos amantes, no de esclavos abrumados por el peso de tu poder. Abre, Señor, nuestros ojos, mente y corazón para captar tu cariño y responderte como mereces. Amén.

 

 


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