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Pan de la Palabra


02 Noviembre 2022

  • Oficio: De la Conmemoración
  • Morado
  • CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS

PRIMERA LECTURA

Del Segundo libro de los Macabeos 12, 43-46

En aquellos días, Judas Macabeo, jefe de Israel, hizo una colecta y recogió dos mil dracmas de plata, que envió a Jerusalén para que ofrecieran un sacrificio de expiación por los pecados de los que habían muerto en la batalla. Obró con gran rectitud y nobleza, pensando en la resurrección, pues si no hubiera esperado la resurrección de sus compañeros, habría sido completamente inútil orar por los muertos. Pero él consideraba que, a los que habían muerto piadosamente, les estaba reservada una magnífica recompensa. En efecto, orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados es una acción santa y conveniente.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 102

R. El Señor es compasivo y misericordioso.

  El Señor es compasivo y misericordioso, / lento para enojarse y generoso para perdonar. / No nos trata como merecen nuestras culpas, / ni nos paga según nuestros pecados. R/.
• Como un padre es compasivo con sus hijos, / así es compasivo el Señor con quien lo ama, / pues bien sabe Él de lo que estamos hechos / y de que somos barro, no se olvida. R/.

• La vida del hombre es como la hierba, / brota como una flor silvestre: / tan pronto la azota el viento, deja de existir / y nadie vuelve a saber nada de ella. R/.

• El amor del Señor a quien lo teme / es un amor eterno, / y entre aquellos que cumplen con su alianza, / pasa de hijos a nietos su justicia. R/.

 

SEGUNDA LECTURA

De la Primera carta de san Pablo a los Corintios 15, 20-24a.25-28

Hermanos: Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos. Porque si por un hombre vino la muerte, también por un hombre vendrá la resurrección de los muertos. En efecto, así como en Adán todos mueren, así en Cristo todos volverán a la vida; pero cada uno en su orden: primero Cristo, como primicia; después, a la hora de su advenimiento, los que son de Cristo. Enseguida será la consumación, cuando Cristo entregue el Reino a su Padre. Porque Él tiene que reinar hasta que el Padre ponga a sus pies a todos sus enemigos. El último de los enemigos en ser aniquilado, será la muerte. Es claro que cuando la Escritura dice: Todo lo sometió el Padre a los pies de Cristo, no incluye a Dios, que es quien le sometió a Cristo todas las cosas. Al final, cuando todo se le haya sometido, Cristo mismo se someterá al Padre, y así será todo en todas las cosas.

Palabra de Dios.

 

EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Lucas 23, 44-46.50.52-53; 24, 1-6a

Era casi el mediodía, cuando las tinieblas invadieron toda la región y se oscureció el sol hasta las tres de la tarde. El velo del templo se rasgó a la mitad. Jesús, clamando con voz potente, dijo: “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!”. Y dicho esto, expiró. Un hombre llamado José, consejero del sanedrín, hombre bueno y justo, se presentó ante Pilato para pedir el cuerpo de Jesús. Lo bajó de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía. El primer día después del sábado, muy de mañana, llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo de Jesús. Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado”.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

PARA MEDITAR

• Muchos hacen visita al cementerio, que, la misma palabra, es el ‘lugar de descanso’, en espera del despertar final. Es bello pensar que será Jesús mismo quien nos despierte. Jesús mismo reveló que la muerte del cuerpo es como un sueño del cual Él nos despierta. Con esta fe nos detenemos –incluso espiritualmente– ante las tumbas de nuestros seres queridos, los que nos han amado y han hecho algún bien. Pero hoy estamos llamados a recordar a todos, incluso los que nadie se acuerda. Recordamos a las víctimas de la guerra y la violencia; muchos ‘pequeños del mundo’ aplastados por el hambre y la pobreza. Recordamos los anónimos que reposan en fosas comunes. Recordamos a nuestros hermanos y hermanas muertos porque son cristianos; y aquellos que sacrificaron sus vidas por servir a los demás. Encomendamos al Señor, sobre todo aquellos que nos han dejado en este último año.

 

La tradición de la Iglesia siempre ha exhortado a orar por los difuntos, en particular, al ofrecer la celebración eucarística: esa la mejor ayuda espiritual que podemos dar a sus almas, en especial a los más abandonados.

 

La memoria de los difuntos, el cuidado de las tumbas y los votos son testimonios de confiada esperanza, enraizada en la certeza de que la muerte no es la última palabra sobre el destino del ser humano, ya que el hombre está destinado a una vida sin límites, que tiene sus raíces y su realización en Dios” (cf. Papa Francisco. Ángelus, 2 de noviembre de 2014).

 

para reflexionar

¿Vivimos en la esperanza de una vida eterna liberada de la muerte? ¿Con qué frecuencia oramos por nuestros seres queridos difuntos?

 

ORACIÓN FINAL

Padre de amor, ayúdanos a comprender el misterio de la muerte. Que a través de ella participemos de la promesa de tu Hijo Jesús: “El que cree en mí nunca morirá”. Amén.

 


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