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Pan de la Palabra


20 Enero 2023

  • Feria o Memoria libre - Semana 2ª del Tiempo Ordinario
  • Verde
  • SAN FABIÁN, PAPA Y MÁRTIR, O SAN SEBASTIÁN, MÁRTIR

PRIMERA LECTURA

De la Carta a los Hebreos 8, 6-13

Hermanos: Jesucristo, nuestro sumo sacerdote, ha obtenido un ministerio tanto más excelente, cuanto que Él es el mediador de una mejor alianza, fundada en mejores promesas. Si aquella primera alianza hubiera sido perfecta, no habría habido lugar para una segunda. Pero de hecho, Dios la encuentra imperfecta, cuando reprendiendo a los israelitas, les dice: Se acerca el tiempo en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá una alianza nueva, dice el Señor. No será como la alianza que hice con los padres de ustedes cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto, porque ellos rompieron mi alianza y yo tuve que hacer un escarmiento con ellos. Esta es la alianza nueva que voy a hacer con la casa de Israel: Voy a poner mi ley en lo más profundo de su mente y voy a grabarla en sus corazones. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya nadie tendrá que instruir a su prójimo ni a su hermano, diciéndole: “Conoce al Señor”, porque todos me van a conocer, desde el más pequeño hasta el mayor de todos, cuando yo les perdone sus culpas y olvide para siempre sus pecados. Conforme a esto, al hablar de una alianza nueva, Dios declara anticuada la primera, y lo que es anticuado y envejecido está próximo a la desaparición.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 84

R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

• Muéstranos, Señor, tu misericordia / y danos tu salvación. / Está ya cerca nuestra salvación / y la gloria del Señor habitará en la tierra. R/.

• La misericordia y la verdad se encontraron, / la justicia y la paz se besaron, / la fidelidad brotó en la tierra / y la justicia vino del cielo. R/.

• Cuando el Señor nos muestre su bondad, / nuestra tierra producirá su fruto. / La justicia le abrirá camino al Señor / e irá siguiendo sus pisadas. R/.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Marcos 3, 13-19

En aquel tiempo, Jesús subió al monte, llamó a los que Él quiso, y ellos lo siguieron. Constituyó a doce para que se quedaran con Él, para mandarlos a predicar y para que tuvieran el poder de expulsar a los demonios. Constituyó entonces a los Doce: a Simón, al cual le impuso el nombre de Pedro; después, a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, a quienes dio el nombre de Boanerges, es decir “hijos del trueno”; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, que después lo traicionó.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

PARA MEDITAR

• Nosotros pertenecemos al “Nuevo Testamento”, o sea, a la “Nueva Alianza”. ¿De veras nuestra fe es interior, escrita en el corazón, o seguimos con la tentación de lo meramente exterior y ritualista, como los israelitas? ¿Cedemos fácilmente al cansancio o a la añoranza, como los lectores de esta carta, a los que insistentemente hay que recordarles que Dios espera fieles más perseverantes para con su Alianza? En la Eucaristía recibimos “la Sangre de la Nueva y eterna Alianza”.

 

 “Llamó a los que quiso”. Es una elección gratuita. También a nosotros nos ha elegido gratuitamente para la fe cristiana o para la vocación religiosa o para el ministerio sacerdotal. En línea con esa lista de los doce, estamos también nosotros. No somos sucesores de los apóstoles, como los obispos, pero sí miembros de una comunidad que forma la Iglesia “apostólica”. No nos elige por nuestros méritos, o porque somos los más santos ni los más sabios o porque estamos llenos de cualidades humanas. Probablemente también entre nosotros hay personas débiles, como en aquellos primeros doce: uno resultó traidor, otros lo abandonaron en el momento de crisis, y el que Él puso como jefe lo negó cobardemente. Nosotros seguro que también tenemos momentos de debilidad, de cobardía o hasta de traición. Pero siempre deberíamos confiar en su perdón y renovar nuestra entrega y nuestro seguimiento, aprovechando todos los medios que Él nos da para ir madurando en nuestra fe y en nuestra vida cristiana.

 

Como los doce, que “se fueron con Él” y luego “los envió a predicar”, también nosotros, cuando celebramos la Eucaristía, “estamos con Él” y al final de la misa, cuando se nos dice que “podemos ir en paz”, en realidad “somos enviados” para testimoniar con nuestra vida la Buena Noticia que acabamos de celebrar y comulgar.

 

para reflexionar

• Como miembros de la Iglesia, ¿anunciamos con alegría y convicción el Evangelio de Jesús que nos llama a la conversión y la fe?

 

ORACIÓN FINAL

Padre bueno, danos la gracia de saber que, a través del testimonio de los Doce en la Iglesia, escuchamos al mismo Señor y su palabra que salva. Permite que nos acerquemos a ti con un corazón limpio para confesarte como el Hijo del Dios vivo. Amén.

 


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