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Pan de la Palabra


26 Enero 2023

  • Memoria obligatoria – Semana 3ª del Tiempo Ordinario
  • Blanco
  • SANTOS TIMOTEO Y TITO, OBISPOS

PRIMERA LECTURA

De la Segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 1-8

Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, conforme a la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Cuando de noche y de día te recuerdo en mis oraciones, le doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia pura, como lo aprendí de mis antepasados. No puedo olvidar tus lágrimas al despedirnos y anhelo volver a verte para llenarme de alegría, pues recuerdo tu fe sincera, esa fe que tuvieron tu abuela Loida y tu madre Eunice, y que estoy seguro que también tienes tú. Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. Porque el Señor no nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de moderación. No te avergüences, pues, de dar testimonio de nuestro Señor, ni te avergüences de mí, que estoy preso por su causa. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos por la predicación del Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 95

R. Cantemos la grandeza del Señor.

• Cantemos al Señor un canto nuevo, / que le cante al Señor toda la tierra; / cantemos al Señor y bendigámoslo. R/.

• Proclamemos su amor día tras día, / su grandeza anunciemos a los pueblos; / de nación en nación, sus maravillas. R/.

• Alaben al Señor, pueblos del orbe, / reconozcan su gloria y su poder / y tribútenle honores a su nombre. R/.

• “Reina el Señor”, digamos a los pueblos. / Él afianzó con su poder el orbe, / gobierna a las naciones con justicia. R/.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-9

En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias; y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’”.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

PARA MEDITAR

• Creer en Cristo es aceptar en nosotros su luz y a la vez comunicarla con nuestras palabras y nuestras obras a una humanidad que anda siempre a oscuras. Pero ¿somos en verdad luz? ¿Iluminamos, comunicamos fe y esperanza a los que nos están cerca? ¿Somos signos y sacramentos del Reino en nuestra familia o comunidad o sociedad? ¿O somos opacos, “malos conductores” de la luz y de la alegría de Cristo? En la celebración del bautismo, y luego en su anual renovación en la Vigilia Pascual, la vela de cada uno, encendida del cirio pascual, es un hermoso símbolo de la luz que es Cristo, que se nos comunica a nosotros y que se espera que luego se difunda a través nuestro a los demás. No podemos esconderla. Tenemos que dar la cara y testimoniar nuestra fe en Cristo.

 

Seguramente un cristiano, sea pastor o simple fiel, encontrará en su tarea las mismas dificultades que encontraron Timoteo y Tito. Anunciar la buena noticia de Jesús en medio de un mundo distraído y hasta hostil, no resulta fácil. Pueden presentarse persecuciones desde fuera, o fatiga y desánimo desde dentro. Nos viene bien escuchar las palabras de ánimo de Pablo a Timoteo: “No tengas miedo de dar la cara por nuestro Señor, toma parte en los duros trabajos del Evangelio”.

 

Nos había avisado también Jesús: “Pónganse en camino: miren que los mando como corderos en medio de lobos”. Pero, a la vez, sus últimas palabras fueron de ánimo, asegurándonos que las fuerzas para esta misión nos vendrán de su presencia, como Resucitado, en medio de nosotros, aunque no lo veamos: “Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.

 

para reflexionar

• ¿Cómo aceptamos las exigencias y recomendaciones que el Señor nos hace al enviarnos a anunciar el Evangelio?

 

ORACIÓN FINAL

Como comunidad de fe, te pedimos, Señor, por los ministros de tu Iglesia, para que vivan y testimonien al Padre de amor. Fortalece la vocación y la entrega de los que has llamado a trabajar en tu Iglesia. Amén.

 

 


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