PRIMERA LECTURA
Del libro del Eclesiástico (Sirácide) 1, 1-10
Toda sabiduría proviene del Señor y está con Él eternamente. ¿Quién puede contar las arenas de la playa, las gotas de la lluvia o los días de los siglos? ¿Quién puede explorar la altura del cielo, la extensión de la tierra y la profundidad de los abismos? Antes que cualquier otra cosa fue creada la sabiduría; y la luz de la inteligencia, desde la eternidad. ¿A quién se le ha revelado la fuente de la sabiduría? ¿Quién ha conocido sus recursos inagotables? Uno solo es sabio, temible en extremo: el que está sentado en su trono, el Señor. Él creó la sabiduría, la contempló y la midió; la ha derramado sobre todas sus obras y sobre todos los hombres, según su generosidad; la ha derrochado entre aquellos que lo aman.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 92
R. El Señor es un rey magnífico.
• Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes. / Estás revestido de poder y majestad. / Tú mantienes el orbe y no vacila. / Eres eterno, y para siempre está firme tu trono. R/.
• Muy dignas de confianza son tus leyes / y desde hoy y para siempre, Señor, / la santidad adorna tu templo. R/.
EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Marcos 9, 14-29
En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte y llegó al sitio donde estaban sus discípulos, vio que mucha gente los rodeaba y que algunos escribas discutían con ellos. Cuando la gente vio a Jesús, se impresionó mucho y corrió a saludarlo. Él les preguntó: “¿De qué están discutiendo?”. De entre la gente, uno le contestó: “Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu que no lo deja hablar; cada vez que se apodera de él, lo tira al suelo y el muchacho echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Les he pedido a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido”. Jesús les contestó: “¡Gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho”. Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, se puso a retorcer al muchacho; lo derribó por tierra y lo revolcó, haciéndolo echar espumarajos. Jesús le preguntó al padre: “¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?”.
Contestó el padre: “Desde pequeño. Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él. Por eso, si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos”. Jesús le replicó: “¿Qué quiere decir eso de ‘si puedes’? Todo es posible para el que tiene fe”. Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas: “Creo, Señor; pero dame tú la fe que me falta”. Jesús, al ver que la gente acudía corriendo, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: “Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él”. Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu. El muchacho se quedó como muerto, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó y el muchacho se puso de pie. Al entrar en una casa con sus discípulos, estos le preguntaron a Jesús en privado: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?”. Él les respondió: “Esta clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y de ayuno”.
Palabra del Señor.
LECTIO DIVINA
PARA MEDITAR
• El inicio de este libro nos recuerda el del Evangelio de Juan. Sirácida habla de la sabiduría de Dios, en el principio de todo. Juan habla de que al principio era el Verbo, la Palabra, que de otra manera también se puede llamar Sabiduría. La Sabiduría viviente de Dios se llama Cristo Jesús y de su plenitud hemos recibido todos.
En el mundo de hoy, ¿dónde encontrar la verdadera sabiduría? Nosotros lo sabemos: en la Palabra de Dios, que es Cristo mismo, a quien escuchamos día tras día como interpelación de Dios siempre nueva, sobre todo en la celebración de la misa.
Dichoso el que tiene el secreto de esta sabiduría en su vida. Dichoso el que escucha esta Palabra, la asimila, la recuerda, la pone en práctica, construyendo sobre ella el edificio de su vida. Dichoso el que se deja enseñar por Cristo Jesús, Maestro de sabiduría.
Nuestra lucha contra el mal, el mal que hay dentro de nosotros y el de los demás, solo puede ser eficaz si se basa en la fuerza de Dios. Solo puede suceder desde la fe y la oración, en unión con Cristo, el que libera al mundo de todo mal. No se trata de hacer gestos mágicos o de pronunciar palabras que tienen eficacia por sí solas. El que salva y el que libera es Dios. y nosotros, solo si nos mantenemos unidos a Él por la oración. Esta es la lección que nos da hoy Jesús. Lo que pasa es que muchas veces nuestra fe es débil, como la del padre del muchacho y la de los discípulos.
Cuando nos sentimos débiles en la fe y sumidos en dudas, porque no conseguimos lo que queremos en nuestra familia o en nuestras actividades de la comunidad, por ejemplo, las relacionadas con los niños y los jóvenes, será la hora de gritar, como el padre del muchacho enfermo: “Tengo fe, pero dudo, ayúdame”.
para reflexionar
• ¿Cómo es nuestra fe? ¿Nos sentimos capaces de continuar el combate contra el mal?
ORACIÓN FINAL
• Gloria a ti, Señor Jesús, porque en el evangelio nos muestras hoy la eficacia de la fe suplicante y nos enseñas que fe y oración han de ir unidas. Tú eres, Señor, el interlocutor con quien hablamos, y tú, Jesús, nuestro modelo de oración cristiana. Amén.
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