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Pan de la Palabra


04 Mayo 2023

  • Semana 4ª de Pascua
  • Blanco
  • San Florián

PRIMERA LECTURA

Del libro de los Hechos de los Apóstoles 13, 13-25

En aquellos días, Pablo y sus compañeros se hicieron a la mar en Pafos; llegaron a Perge de Panfilia, y allí Juan Marcos los dejó y volvió a Jerusalén. Desde Perge siguieron hasta Antioquía de Pisidia, y el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Acabada la lectura de la ley y los profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron decir: “Hermanos, si tienen alguna exhortación que hacer al pueblo, hablen”. Entonces se levantó Pablo, y haciendo señal de silencio con la mano, les dijo: “Israelitas y cuantos temen a Dios, escúchenme: el Dios del pueblo de Israel eligió a nuestros padres, engrandeció al pueblo cuando este vivía como forastero en Egipto, lo sacó de allí con todo su poder, lo alimentó en el desierto durante cuarenta años, aniquiló siete tribus del país de Canaán y dio el territorio de ellas en posesión a Israel por cuatrocientos cincuenta años. Posteriormente les dio jueces, hasta el tiempo del profeta Samuel. Pidieron luego un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, que reinó cuarenta años.

Después destituyó a Saúl y les dio por rey a David, de quien hizo esta alabanza: He hallado a David, hijo de Jesé, hombre según mi corazón, quien realizará todos mis designios. Del linaje de David, conforme a la promesa, Dios hizo nacer para Israel un salvador, Jesús. Juan preparó su venida, predicando a todo el pueblo de Israel un bautismo de penitencia, y hacia el final de su vida, Juan decía: ‘Yo no soy el que ustedes piensan. Después de mí viene uno a quien no merezco desatarle las sandalias’”.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 88
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.

• Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor / y daré a conocer que su fidelidad es eterna, / pues el Señor ha dicho: “Mi amor es para siempre / y mi lealtad, más firme que los cielos. R/.


• He encontrado a David, mi servidor, / y con mi aceite santo lo he ungido. / Lo sostendrá mi mano / y le dará mi brazo fortaleza. R/.

• Contará con mi amor y mi lealtad / y su poder aumentará en mi nombre. / Él me podrá decir: ‘Tú eres mi padre, / el Dios que me protege y que me salva’”. R/.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Juan 13, 16-20

En aquel tiempo, después de lavarles los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: “Yo les aseguro: el sirviente no es más importante que su amo, ni el enviado es mayor que quien lo envía. Si entienden esto y lo ponen en práctica, serán dichosos. No lo digo por todos ustedes, porque yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se cumpla el pasaje de la Escritura, que dice: El que comparte mi pan me ha traicionado. Les digo esto ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, crean que Yo soy. Yo les aseguro: el que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado”.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

PARA MEDITAR

  Es sencillo admirar el gesto del lavatorio de los pies hecho por Jesús. Y es fácil reflexionar sobre cómo ha entendido Él la autoridad: “No he venido a ser servido, sino a servir”. Pero lo que nos pide la Palabra de Dios no son afirmaciones lógicas y bonitas, sino el seguimiento de Jesús, la imitación de sus actitudes. En este caso, la imitación, en nuestra vida de cada día, de su actitud de servidor de los demás. Jesús elige a los suyos y los envía de diversas maneras para que proclamen la salvación y la salud a todos por igual. Esa es la autoridad del enviado, del emisario, que va en nombre de quien lo envía y con su misma autoridad. Los misioneros no van en nombre propio, es la comunidad cristiana la que los envía en nombre de Dios, y a ella deberán volver para informar de los logros o frutos de la misión.

 

En la Eucaristía, dándosenos como Pan y Vino de vida, Jesús nos hace participar de su entrega de la cruz por la vida de los demás. Él mismo nos encargó que celebráramos la Eucaristía: “Hagan esto” en memoria mía. Pero también nos encargó que lo imitáramos en el lavatorio de los pies: “Hagan ustedes” otro tanto, lávense los pies los unos a los otros. Ya que comemos su “Cuerpo entregado por” y bebemos su “Sangre derramada por”, todos somos invitados a ser durante la jornada personas “entregadas por”, al servicio de los demás. “Dichosos nosotros si lo ponemos en práctica”.

 

PARA REFLEXIONAR

Jesús sabía convivir con las personas que lo rechazaban. ¿Cómo es nuestra relación con las personas que no nos aceptan?

 

ORACIÓN FINAL

Señor Jesús, que obedeciste con total fidelidad al Padre del cielo, ayúdanos a aprender tus enseñanzas y, al recibirte a ti, recibir a Aquel que te envió. Amén.

 


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