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Pan de la Palabra


14 Noviembre 2023

  • Feria – Semana 32ª del Tiempo Ordinario
  • Verde
  • San José Pignatelli

PRIMERA LECTURA

Del libro de la Sabiduría 2, 23–3, 9

Dios creó al hombre para que fuera inmortal, lo hizo a imagen y semejanza de sí mismo; mas, por envidia del diablo, entró la muerte en el mundo, y la experimentan quienes le pertenecen. En cambio, las almas de los justos están en las manos de Dios y no los alcanzará ningún tormento. Los insensatos pensaban que los justos habían muerto, que su salida de este mundo era una desgracia y su salida de entre nosotros, una completa destrucción. Pero los justos están en paz. La gente pensaba que sus sufrimientos eran un castigo, pero ellos esperaban confiadamente la inmortalidad. Después de breves sufrimientos recibirán una abundante recompensa, pues Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí. Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto agradable. En el día del juicio brillarán los justos como chispas que se propagan en un cañaveral. Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor reinará eternamente sobre ellos. Los que confían en el Señor comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque Dios ama a sus elegidos y cuida de ellos.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Salmos 33

R/. Bendigamos al Señor a todas horas.

• Bendeciré al Señor a todas horas, / no cesará mi boca de alabarlo. / Yo me siento orgulloso del Señor, / que se alegre su pueblo al escucharlo. R/.

• Los ojos del Señor cuidan al justo / y a su clamor están atentos sus oídos. / Contra el malvado, en cambio, está el Señor, / para borrar de la tierra su recuerdo. R/.

• Escucha el Señor al hombre justo / y lo libra de todas sus congojas. / El Señor no está lejos de sus fieles / y levanta a las almas abatidas. R/.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Lucas 17, 7-10

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando este regresa del campo: ‘Entra en seguida y ponte a comer’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú’? ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque este cumplió con su obligación? Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: ‘No somos más que siervos; solo hemos hecho lo que teníamos que hacer’”.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

PARA MEDITAR

 

• La muerte no es una pared con la que chocamos al final de la carrera. Con ojos humanos, es un misterio sin sentido, un fatalismo sin esperanza. Pero ya desde estas últimas páginas del Antiguo Testamento se nos orienta hacia una visión luminosa del más allá. Los justos vivirán en Dios, en el amor, en la felicidad. Que antes hayan tenido que pasar por tribulaciones y pruebas, pierde importancia ante la intensidad de lo que les espera.

La sabiduría humana se contenta con la perspectiva de aquí abajo y, por tanto, la muerte la considera la desgracia total, pero no es así, en los planes de Dios. Nosotros, con mayores razones que el autor del Antiguo Testamento, sabemos que estamos destinados a compartir con Cristo su existencia gloriosa. En el año litúrgico, para celebrar el recuerdo de los santos, no elegimos el día en que nacieron: su auténtico “dies natalis” es el día en que murieron, su verdadero nacimiento a la vida definitiva.

Tenemos que servir a Dios, no con el propósito de hacer valer luego unos derechos adquiridos, sino con amor gratuito de hijos. Y lo que decimos en nuestra relación con Dios, también se podría aplicar a nuestro trabajo comunitario, eclesial o familiar. Si hacemos el bien, que no sea llevando cuenta de lo que hacemos, ni pasando factura, ni pregonando nuestros méritos. Que no recordemos continuamente a la familia o a la comunidad todo lo que hacemos por ella y los esfuerzos que nos cuesta.

Sino gratuitamente, como lo hacen los padres en su entrega total a su familia. Como lo hacen los verdaderos amigos, que no llevan contabilidad de los favores hechos. Con la reacción que describe Jesús: “Hemos hecho lo que teníamos que hacer: somos unos pobres siervos”. ¡Cuántas veces nos ha enseñado Jesús que trabajemos gratuitamente, por amor! Eso sí, seguros de que Dios no se dejará ganar en generosidad.

Si al final de la jornada nos sentimos cansados por el trabajo realizado, seguro que también estaremos satisfechos, porque nada produce más alegría que lo que se ha logrado con sacrificio. Pero sin darnos importancia ni ir diciendo a todo el mundo lo cansados que estamos.

 

para reflexionar

• ¿Cómo vivimos la gratuidad de Dios? ¿Usamos los dones y talentos que el Señor nos ha dado para ponerlos al servicio de los más necesitados?

 

ORACIÓN FINAL

Nuestra vida te pertenece, Señor, porque de ti la hemos recibido. Por eso hoy te presentamos todo nuestro ser como una ofrenda perenne de amor. Amén.


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