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Pan de la Palabra


26 Diciembre 2023

  • Fiesta – Octava de Navidad
  • Rojo
  • SAN ESTEBAN, PROTOMÁRTIR

PRIMERA LECTURA

De los Hechos de los Apóstoles 6, 8-10; 7, 54-59

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y de poder, realizaba grandes prodigios y señales entre la gente. Algunos judíos de la sinagoga llamada “de los Libertos”, procedentes de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no podían refutar la sabiduría inspirada con que hablaba. Al oír estas cosas, los miembros del sanedrín se enfurecieron y rechinaban los dientes de rabia contra él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios, y dijo: “Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios”.

Entonces los miembros del sanedrín gritaron con fuerza, se taparon los oídos y todos a una se precipitaron sobre él. Lo sacaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearlo. Los falsos testigos depositaron sus mantos a los pies de un joven, llamado Saulo. Mientras lo apedreaban, Esteban repetía esta oración: “Señor, Jesús, recibe mi espíritu”. Después se puso de rodillas y dijo con fuerte voz: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”. Diciendo esto, se durmió en el Señor.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 30
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

• Sé tú, Señor, mi fortaleza y mi refugio, / la muralla que me salve. / Tú, que eres mi fortaleza y mi defensa, / por tu nombre, dirígeme y guíame. R/.


• En tus manos encomiendo mi espíritu / y tú, mi Dios leal, me librarás. / Tu misericordia me llenará de alegría, / porque has visto las angustias de mi alma. R/.

• Líbrame de la mano de mis enemigos / y de aquellos que me persiguen. / Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo / y sálvame por tu misericordia. R/.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Mateo 10, 17-22

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante los gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los enjuicien, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque, en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes. El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre, a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin se salvará”.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

PARA MEDITAR

 

La fe del discípulo está vinculada a la escucha del Espíritu del Padre que habla, por lo que es fundamental escuchar su voz. Esa voz tiene un rostro, el rostro del Encarnado, de Jesucristo. Así la fe adquiere un grandioso carácter personal. Dios es una persona, que gracias a la Encarnación es capaz de entrar en contacto con el ser humano y establecer con él una alianza.

 

La fe es nuestra respuesta a una Palabra que nos interpela personalmente, que nos llama por el propio nombre. La vida del cristiano será confrontada por la gente y enfrentada con toda violencia: entrega a los tribunales, a los azotes, a la muerte, al odio, a la huida, pero en todo esto saldremos victoriosos porque no estamos solos, el Espíritu del Padre está con nosotros, nada nos hará daño.

 

La fe en una palabra pronunciada por el Dios fiel se convierte en lo más real, seguro e inquebrantable que pueda haber, hace posible nuestro caminar sin detenerse en el tiempo.

 

PARA REFLEXIONAR

¿Cómo transmitir con autoridad y valentía el mensaje de la salvación no como una forma de hablar, sino como un estilo de vida en la fe?

 

¿Qué autoridad tendría nuestro estilo de vida si fuera abandonado a la acción irrefutable de la acción del Espíritu Santo?

 

ORACIÓN FINAL

Padre, dispón nuestra existencia cristiana para ser ante el mundo evidencia irrefutable de la acción de tu Espíritu Santo, del poder de tu Palabra encarnada, Jesucristo, así seremos testigos auténticos de tu gracia, de tu bondad y de tu protección en todo tiempo y lugar, también cuando la adversidad toca a la puerta. Amén.

 


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