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Pan de la Palabra


22 Julio 2024

  • Fiesta – Semana 16ª del tiempo Ordinario
  • Blanco
  • SANTA MARÍA MAGDALENA

PRIMERA LECTURA

Del libro del Cantar de los Cantares 3, 1-4a

Esto dice la esposa: “En mi lecho, por las noches, a mi amado yo buscaba. Lo busqué, pero fue en vano. Me levantaré. Por las plazas y barrios de la ciudad buscaré al amor de mi alma. Lo busqué, pero fue en vano. Y me encontraron los guardias de la ciudad y les dije: ‘¿Que no vieron a aquel que ama mi alma?’. Y apenas se fueron, encontré al amor de mi alma”.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmos 62
R.  Señor, mi alma tiene sed de ti.

• Señor, tú eres mi Dios, a ti te busco; / de ti sedienta está mi alma. / Señor, todo mi ser te añora, / como el suelo reseco añora el agua. R/.


• Para admirar tu gloria y tu poder, / anhelo contemplarte en el santuario. / Pues mejor es tu amor que la existencia; / siempre, Señor, te alabarán mis labios. R/.

• Podré así bendecirte mientras viva / y levantar en oración mis manos. / De lo mejor se saciará mi alma; / te alabaré con júbilo en los labios. R/.

• • Fuiste mi auxilio / y a tu sombra, canté lleno de gozo. / A ti se adhiere mi alma / y tu diestra me da seguro apoyo. R/. 

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Juan 20, 1.11-18

El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”. María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies.

Los ángeles le preguntaron: “¿Por qué estás llorando, mujer?”. Ella les contestó: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto”. Dicho esto, miro hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces Él le dijo: “Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?”. Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: “Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto”. Jesús le dijo: “¡María!”. Ella se volvió y exclamó: “¡Rabbuní!”, que en hebreo significa “maestro”. Jesús le dijo: “Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios’”. María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor y para darles su mensaje.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

PARA MEDITAR

 

Qué bueno que María Magdalena nunca perdió la esperanza de encontrar, aunque tan solo fuera un cadáver, qué bueno que esta espera la hizo confundir a Jesús con el jardinero de aquel huerto, qué bueno que ella siguió buscando, informándose, haciendo preguntas, porque esperar es proyectar y preguntar, y tanto la espera como la pregunta descansan sobre una confianza más o menos firme y segura en el logro efectivo de lo que como posibilidad se proyecta. Sí a María Magdalena le debemos que nos haya enseñado a buscar sin desfallecer, a esperar cuando todo apunta a una gran incertidumbre al no saber dónde se encuentra la persona amada, el Maestro, el Señor.

 

Qué bueno porque su espera fue correspondida por el mismo Resucitado que sale a su encuentro, que se interesó por su llanto, por su búsqueda, que la llamó por su nombre: ¡María! Qué bueno que ella una vez oyó su voz lo reconoce como ¡Rabbuní!, ¡Maestro! Qué bueno que su espera llegó hasta el final, porque de lo contrario no hubiéramos escuchado que Dios, el Padre de Jesús también es nuestro Padre y nuestro Dios. Gracias María Magdalena.

 

PARA REFLEXIONAR

 

¿Cómo interesarnos por el llanto y las búsquedas de las personas de nuestro tiempo? ¿Cómo dar respuesta a situaciones de verdadera desesperación, confusión y sin sentido de la vida?

¿De qué medios disponemos hoy para ofrecer una identidad cristiana a un mundo incrédulo?

 

ORACIÓN FINAL

 

Padre, gracias por esa gran mujer, por María Magdalena, por su llanto y por su búsqueda; gracias por las preguntas de Jesús a ella, porque Él se interesó por su llanto y por su búsqueda. Danos tu Espíritu Santo para ser buscadores de tu rostro, de tu Hijo y de tu presencia en el mundo hoy. Amén.

 


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