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Pan de la Palabra


24 Septiembre 2024

  • Memoria obligatoria – Semana 25ª del tiempo Ordinario
  • Blanco
  • San Pedro Nolasco

PRIMERA LECTURA

Del libro de Judit 15, 8-10.14; 16, 13-14

En aquellos días, el sumo sacerdote, con el Consejo de ancianos y los habitantes de Jerusalén, vinieron a contemplar los bienes que el Señor había hecho a Israel, y a ver y saludar a Judit. Llegando a su presencia, todos a una voz la bendijeron diciendo: “Tú eres la gloria de Jerusalén, tú eres la alegría de Israel, tú eres el orgullo de nuestra raza. Al hacer todo esto por tu mano, has procurado la dicha de Israel, y Dios se ha complacido en lo que has hecho. ¡Bendita seas del Señor omnipotente por los siglos infinitos!”. Y todo el pueblo respondió: “¡Amén!”. Judit entonó, en medio de Israel, este himno de gracias, y todo el pueblo repetía sus alabanzas: “Cantaré a mi Dios un cantar nuevo. ¡Tú eres grande, Señor, eres glorioso, ¡admirable en poder e insuperable! Sírvanle las criaturas todas, pues hablaste tú y fueron hechas, enviaste tu Espíritu y las hizo, y nadie puede resistir a tu voz”.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Lc 1, 46 - 55
R. El Señor ha tenido misericordia de su pueblo.

• Proclama mi alma la grandeza del Señor, / se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, / porque ha mirado la humillación de su esclava. R/.


• Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, / porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: / su nombre es santo. / Y su misericordia llega a sus fieles / de generación en generación. R/.


• Él hace proezas con su brazo: / dispersa a los soberbios de corazón. / Derriba del trono a los poderosos / y enaltece a los humildes, / a los hambrientos los colma de bienes / y a los ricos los despide vacíos. R/.

• Auxilia a Israel, su siervo, / acordándose de la misericordia / –como lo había predicho a nuestros padres–, / en favor de Abrahán y su descendencia para siempre. R/.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27

Junto a la cruz estaban su Madre, la hermana de su Madre, María, la de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, al ver a su Madre, y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su Madre: “Mujer, ahí tienes a tu Hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu Madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

PARA MEDITAR

 

La comparación de Jesús nos impresiona y sacude espiritualmente, pues el rostro de la persona humana es esa parte de su cuerpo morfológicamente más diferenciada, es de alguna manera su aspecto más finamente modelado, es lo que delata o visibiliza esa dimensión en la que según la Biblia aflora la vida de la conciencia y se ofrece a la observación de los demás. Jesús no duda en afirmar que esos rostros transformados por la Palabra de Dios (rostro de madre, de hijo y de hermano) evidencian, ponen al descubierto una identidad: ser su familia, la familia de Dios, los que escucharán y harán de continuo su voluntad y la del Padre.

 

En nuestra cultura no es bien visto que se hable de alguien en su ausencia, mucho menos si es para difamarle o para engañarle, si se habla ha de ser ante su rostro, ante su mirada, mirando a los ojos, de ese modo ya no nos es posible mentirle. Pues bien, Jesús no habla a escondidas, está rodeado de una gran multitud, no dice nada de su familia biológica, pero sí de su nueva familia, lo hace al aire libre, ante los ojos de muchos, los reconoce como auténticos hijos de Dios por su fidelidad.

 

PARA REFLEXIONAR

 

¿Cuáles serían hoy las características que identificarían a un miembro de la familia de Jesús?

¿Cómo modelar un rostro que evidencie que se pertenece a un Dios Padre que llama a sus hijos a la comunión con Él por la Escucha, de la Palabra de Jesús que abre grandes perspectivas?

 

ORACIÓN FINAL

 

Padre, concédenos tu Espíritu Santo para que, mediante la Palabra de Jesús, podamos escuchar de sus labios que pertenecemos al grupo de seguidores en los que se encuentran su madre y sus hermanos porque escuchamos la Palabra de Dios y la ponemos en práctica con fidelidad. Amén.

 


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