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Pan de la Palabra


04 Febrero 2025

  • Feria – Semana 4ª del tiempo Ordinario
  • Verde
  • San Andrés Corsini

PRIMERA LECTURA

De la Carta a los Hebreos 12, 1-4

Hermanos: Rodeados, como estamos, por la multitud de antepasados nuestros, que dieron prueba de su fe, dejemos todo lo que nos estorba; librémonos del pecado que nos ata, para correr con perseverancia la carrera que tenemos por delante, fija la mirada en Jesús, autor y consumador de nuestra fe. Él, en vista del gozo que se le proponía, aceptó la cruz, sin temer su ignominia, y por eso está sentado a la derecha del trono de Dios. Mediten, pues, en el ejemplo de aquel que quiso sufrir tanta oposición de parte de los pecadores, y no se cansen ni pierdan el ánimo. Porque todavía no han llegado ustedes a derramar su sangre en la lucha contra el pecado.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 21
R. Alaben al Señor los que lo buscan.

• Le cumpliré mis promesas al Señor / delante de sus fieles. / Los pobres comerán hasta saciarse / y alabarán al Señor los que lo buscan: / su corazón ha de vivir para siempre. R/.


• Recordarán al Señor y volverán a Él / desde los últimos lugares del mundo; / en su presencia se postrarán / todas las familias de los pueblos. / Solo ante Él se postrarán todos los que mueren. R/.

• Mi descendencia lo servirá / y le contará a la siguiente generación, / al pueblo que ha de nacer; / la justicia del Señor / y todo lo que Él ha hecho. R/.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Marcos 5, 21-43

En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: “Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva”. Jesús se fue con él, y mucha gente lo seguía y lo apretujaba. Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con solo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada.

Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de Él, se volvió hacia la gente y les preguntó: “¿Quién ha tocado mi manto?”. Sus discípulos le contestaron: “Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’”. Pero Él seguía mirando alrededor, para descubrir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranquilizó, diciendo: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad”.

Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a este: “Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?”. Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: “No temas, basta que tengas fe”. No permitió que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: “¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida”. Y se reían de Él. Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: “¡Talitá, kum!”, que significa: “¡Óyeme, niña, levántate!”. La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

PARA MEDITAR

 

Los creyentes en Jesucristo estamos llamados a serlo en medio del mundo en el que nos desenvolvemos. Es allí donde nos vemos colocados en situaciones determinantes que nos exigen, como a los deportistas, ir más allá de la propia corporalidad humana, mostrarnos animados por el Espíritu y por la presencia de innumerables testigos de la fe. 


Nuestra existencia cristiana ha quedado centrada y circunscrita a un antes y un después en el tiempo. Ahora contamos con una meta que está delante, referenciada a una incontable proximidad de testigos, pero sobre todo fija la mirada en una persona: Jesucristo. Él es el objetivo de nuestra perspectiva. Él es el punto de interpretación y mira de nuestro presente y futuro. 


Llamados a fijar la mirada en Jesús, seremos también testigos de cómo adquieren su auténtica dimensión las grandezas falsas, cómo se revela la inconsistencia de tanta luz que brilla ante nuestros ojos. Como Él, podremos renunciar a la alegría pasajera sin miedo a la deshonra para sentarnos con Jesús a la derecha del trono de Dios, teniendo los ojos iluminados por los valores insustituibles que nos dan una existencia feliz. 


PARA REFLEXIONAR 


¿En qué sentido estamos dando vigor a las luchas de los hermanos que corren hacia la meta con los ojos fijos en Jesús, para que no desfallezcan y lleguen a buen término en su carrera?
¿Cuál es el motivo que anima nuestra cotidianidad desde la vivencia de nuestra vocación?


ORACIÓN FINAL 


Padre, que la gracia de tu Espíritu Santo anime nuestra carrera hacia la vida eterna para que, mediante la perseverancia vigorosa, engrosemos el número de los muchos testigos que testimonian la fe, la esperanza y la caridad cristiana. Amén.


 


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