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Pan de la Palabra


19 Abril 2025

  • VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA
  • Blanco
  • SÁBADO SANTO

PRIMERA LECTURA

Del libro del Génesis 1, 1–2, 2

n el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos; y las tinieblas cubrían la faz del abismo. El Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. Dijo Dios: “Que exista la luz”, y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Llamó a la luz “día” y a las tinieblas, “noche”. Fue la tarde y la mañana del primer día. Dijo Dios: “Que haya una bóveda entre las aguas, que separe unas aguas de otras”. E hizo Dios una bóveda y separó con ella las aguas de arriba, de las aguas de abajo. Y así fue. Llamó Dios a la bóveda “cielo”. Fue la tarde y la mañana del segundo día. Dijo Dios: “Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo lugar y que aparezca el suelo seco”. Y así fue. Llamó Dios “tierra” al suelo seco y “mar” a la masa de las aguas. Y vio Dios que era bueno. Dijo Dios: “Verdee la tierra con plantas que den semilla y árboles que den fruto y semilla, según su especie, sobre la tierra”.

Y así fue. Brotó de la tierra hierba verde, que producía semilla, según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla, según su especie. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del tercer día. Dijo Dios: “Que haya lumbreras en la bóveda del cielo, que separen el día de la noche, señalen las estaciones, los días y los años, y luzcan en la bóveda del cielo para iluminar la tierra”. Y así fue. Hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para regir el día y la menor, para regir la noche; y también hizo las estrellas. Dios puso las lumbreras en la bóveda del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del cuarto día. Dijo Dios: “Agítense las aguas con un hervidero de seres vivientes y revoloteen sobre la tierra las aves, bajo la bóveda del cielo”.

Creó Dios los grandes animales marinos y los vivientes que en el agua se deslizan y la pueblan, según su especie. Creó también el mundo de las aves, según sus especies. Vio Dios que era bueno y los bendijo, diciendo: “Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra”. Fue la tarde y la mañana del quinto día. Dijo Dios: “Produzca la tierra vivientes, según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras, según sus especies”. Y así fue. Hizo Dios las fieras, los animales domésticos y los  reptiles, cada uno según su especie. Y vio Dios que era bueno. Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra”. Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó.

Y los bendijo Dios y les dijo: “Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”. Y dijo Dios: “He aquí que les entrego todas las plantas de semilla que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas”. Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno. Fue la tarde y la mañana del sexto día. Así quedaron concluidos el cielo y la tierra con todos sus ornamentos, y terminada su obra, descansó Dios el séptimo día de todo cuanto había hecho.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 103
R. Bendice al Señor, alma mía.

• Bendice al Señor, alma mía; / Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza. / Te vistes de belleza y majestad, / la luz te envuelve como un manto. R/.


• Sobre bases inconmovibles / asentaste la tierra para siempre. / Con un vestido de mares la cubriste / y las aguas en los montes concentraste. R/.

• En los valles haces brotar las fuentes, / que van corriendo entre montañas; / junto al arroyo vienen a vivir las aves, / que cantan entre las ramas. R/.

• Desde tu cielo riegas los montes / y sacias la tierra del fruto de tus manos; / haces brotar hierba para los ganados / y pasto para los que sirven al hombre. R/.

• Qué numerosas son tus obras, Señor, / y todas las hiciste con maestría! / La tierra está llena de tus creaturas. / Bendice al Señor, alma mía. R/.

 

SEGUNDA LECTURA

Del libro del Génesis 22, 1-18

En aquel tiempo, Dios le puso una prueba a Abrahán y le dijo: “¡Abrahán, Abrahán!”. Él respondió: “Aquí estoy”. Y Dios le dijo: “Toma a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas y vete a la región de Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré”. Abrahán madrugó, aparejó su burro, tomó consigo a dos de sus criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que Dios le había indicado. Al tercer día divisó a lo lejos el lugar. Les dijo entonces a sus criados: “Quédense aquí con el burro; yo iré con el muchacho hasta allá, para adorar a Dios y después regresaremos”. Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac y tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a su padre Abrahán: “¡Padre!”. Él respondió: “¿Qué quieres, hijo?”. El muchacho contestó: “Ya tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?”. Abrahán le contestó: “Dios nos dará el cordero para el sacrificio, hijo mío”. Y siguieron caminando juntos.

Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abrahán levantó un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac, lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo para degollarlo. Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo: “¡Abrahán, Abrahán!”. Él contestó: “Aquí estoy”. El ángel le dijo: “No descargues la mano contra tu hijo, ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado a tu hijo único”. Abrahán levantó los ojos y vio un carnero, enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el carnero y lo ofreció en sacrificio, en lugar de su hijo.

Abrahán puso por nombre a aquel sitio “el Señor provee”, por lo que aún el día de hoy se dice: “El monte donde el Señor provee”. El ángel del Señor volvió a llamar a Abrahán desde el cielo y le dijo: “Juro por mí mismo, dice el Señor, que por haber hecho esto y no haberme negado a tu hijo único, yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y las arenas del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades enemigas. En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra, porque obedeciste a mis palabras”.

Palabra de Dios.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Lucas 24, 1-12

El primer día después del sábado, muy de mañana, llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo: ‘Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día resucite’”. Y ellas recordaron sus palabras. Cuando regresaron del sepulcro, las mujeres anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los Apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre de Santiago) y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían desvaríos y no les creían. Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se asomó, pero solo vio los lienzos y se regresó a su casa, asombrado por lo sucedido.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

PARA MEDITAR

 

¡Qué gran noche! ¡Qué gran noticia! Jesús, el Viviente, no se encuentra ni se encontrará jamás en el lugar de los muertos. Él está vivo. Él ha resucitado. Dios Padre lo escuchó. Esta es la gran noche que estábamos esperando y ha llegado como luz, como recuerdo de la Palabra de Jesús. 


Esta noche proclama que, si aceptamos el misterio que se nos anuncia y lo llevamos vivo dentro de nosotros, podremos ser capaces de vivir la Pascua, vivir en la verdad, vivir ante una presencia divina, pero también vivir sin ignorar al prójimo y a las dificultades por las que tiene que pasar. Esta noche nos asegura que unidos al Viviente conseguiremos una vida interior que nos mantendrá en la confianza, porque hoy sabemos que todo esto lo recibimos como don de la Pascua.


Esta noche es Pascua. Es el momento para asumir con claridad de conciencia nuestra responsabilidad al ser testigos del Viviente ante el mundo, en respuesta a esta gracia que se nos da. Esta noche nos restituye internamente, no solo sanando nuestras heridas, sino también dándonos ánimo, vida y alegría en el espíritu. Ensancha nuestro corazón y horizontes, haciéndonos salir a transmitir a muchos, con la alegría pascual, que la vida ha derrotado toda muerte, que somos testigos del amor del Padre y de la vida del Espíritu.


PARA REFLEXIONAR 


¿Qué es lo que esta noche nos está mandando hacer? ¿Cómo saldremos a proclamar que Jesús, el Crucificado, es el Viviente? ¿Qué signos nos acompañarán en nuestro testimonio ante los que encontremos por el camino? ¿Cuál será el aspecto de nuestro semblante?


ORACIÓN FINAL 
Padre, gracias por esta noche santa. Que sea tu Espíritu Santo quien no solo la ilumine con todo su resplandor, sino también a nuestro rostro, a nuestras palabras y proclamación. Que en el camino animemos a muchos a buscar al Viviente, dando testimonio de que no está entre los muertos. Amén.



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