PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Ageo 1, 15–2, 9
El día veintiuno del séptimo mes del año segundo del reinado de Darío, la palabra del Señor vino, por medio del profeta Ageo, y dijo: “Diles a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judea, y a Josué, hijo de Yosadac, sumo sacerdote, y al resto del pueblo: ‘¿Queda alguien entre ustedes que haya visto este templo en el esplendor que antes tenía? ¿Y qué es lo que ven ahora? ¿Acaso no es muy poca cosa a sus ojos? Pues bien, ¡ánimo!, Zorobabel; ¡ánimo!, Josué, hijo de Yosadac, sumo sacerdote; ¡ánimo!, pueblo entero. ¡Manos a la obra!, porque yo estoy con ustedes, dice el Señor de los ejércitos.
Conforme a la Alianza que hice con ustedes, cuando salieron de Egipto, mi espíritu estará con ustedes. No teman’. Esto dice el Señor de los ejércitos: ‘Dentro de poco tiempo conmoveré el cielo y la tierra, el mar y los continentes. Conmoveré a todos los pueblos para que vengan a traerme las riquezas de todas las naciones y llenaré de gloria este templo. Mía es la plata y mío es el oro. La gloria de este segundo templo será mayor que la del primero, y en este sitio daré yo la paz’, dice el Señor de los ejércitos”.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 42
R. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
• Defiéndeme, Señor, hazme justicia / contra un pueblo malvado; / del hombre tramposo y traicionero / ponme a salvo. R/.
• Si tú eres de verdad mi Dios refugio, / ¿por qué me has rechazado? / ¿Por qué tengo que andar tan afligido, / viendo cómo me oprime el adversario? R/.
• Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; / que ellas se conviertan en mi guía / y hasta tu monte santo me conduzcan, / allí donde tú habitas. R/.
• Al altar del Señor me acercaré, / al Dios que es mi alegría, / y a mi Dios, el Señor, le daré gracias / al compás de la cítara. R/.
EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 18-22
Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos contestaron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los antiguos profetas, que ha resucitado”. Él les dijo: “Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?”. Respondió Pedro: “El Mesías de Dios”. Entonces Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie. Después les dijo: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día”.
Palabra del Señor.
LECTIO DIVINA
PARA MEDITAR
Es sorprendente la misión que se desprende de la lectura atenta, pues consiste en ayudar a la comunidad creyente en Dios y en su Hijo Jesucristo a encontrar la alegría en la fe por la presencia de Dios que llena todo de su gloria; a aprender el discernimiento en el Espíritu, a fin de que sepa acoger el bien y rechazar el mal, a seguir siendo y creciendo cada vez más en su labor de hacer visible en quién tiene puesta su esperanza, en quién cree, y de quién recibe su fuerza para hacer perceptible a muchas personas el amor de Dios y la comunión que gracias a Él podemos construir.
Nuestra misión exige mostrarle al mundo que nuestra vida está impregnada de esa presencia divina que nos mueve al encuentro de los que sufren, como los enfermos, o viven la dura experiencia de la soledad, como los jóvenes y los ancianos, y de muchos hermanos nuestros que son víctimas de la injusticia y la opresión. Debemos ser testigos de que Cristo es, en persona, la bendición de Dios para ellos, así como para el mundo.
PARA REFLEXIONAR
El esplendor de Dios es la vida de sus hijos, ¿cómo lograr que su gloria resplandezca ante la dura realidad de tantos de ellos sometidos a la injusticia provocada por los poderosos?
ORACIÓN FINAL
Padre, gracias porque tu Espíritu Santo no deja de animar nuestra fe que nos asegura que dentro de poco tiempo llenarás tu templo de esplendor, porque lo has rodeado de gloria y majestad con la muerte y resurrección de tu Cristo para que a ninguno falte tu presencia consoladora. Amén.
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