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Pan de la Palabra


25 Diciembre 2025

  • Solemnidad – Oficio de la Solemnidad
  • Blanco
  • NACIMIENTO DEL SEÑOR

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Isaías 62, 1-5

Por amor a Sion no me callaré y por amor a Jerusalén no me daré reposo, hasta que surja en ella esplendoroso el justo y brille su salvación como una antorcha. Entonces las naciones verán tu justicia, y tu gloria todos los reyes. Te llamarán con un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona de gloria en la mano del Señor y diadema real en la palma de su mano. Ya no te llamarán “Abandonada”, ni a tu tierra, “Desolada”; a ti te llamarán “Mi complacencia” y a tu tierra, “Desposada”, porque el Señor se ha complacido en ti y se ha desposado con tu tierra. Como un joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu Hacedor; como el esposo se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios contigo.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 88

R.Mi corazón se alegra en Dios, mi salvador.

•  “Un juramento hice a David mi servidor, / una alianza pacté con mi elegido: / ‘Consolidaré tu dinastía para siempre / y afianzaré tu trono eternamente’.R/.

• Él me podrá decir: ‘Tú eres mi padre, / el Dios que me protege y que me salva’. / Yo jamás le retiraré mi amor / ni violaré el juramento que le hice”. R/.

• Señor, feliz el pueblo que te alaba / y que a tu luz camina, / que en tu nombre se alegra a todas horas / y al que llena de orgullo tu justicia. R/.

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Mateo 1, 1-25

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán: Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos; Judá engendró de Tamar a Fares y a Zará; Fares a Esrom, Esrom a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró de Rajab a Booz; Booz engendró de Rut a Obed, Obed a Jesé, y Jesé al rey David. David engendró de la mujer de Urías a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abiá, Abiá a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatam, Joatam a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías a Manasés, Manasés a Amón, Amón a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, durante el destierro en Babilonia. Después del destierro en Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquim, Eliaquim a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. De modo que el total de generaciones desde Abrahán hasta David, es de catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, es de catorce, y de la deportación a Babilonia hasta Cristo, es de catorce. Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era un hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados”. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros. Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa. Y sin que él hubiera tenido relaciones con ella, María dio a luz un hijo y él le puso por nombre Jesús.

Palabra del Señor.

 

 

LECTIO DIVINA

HALLEN MEDITANDO

La solemnidad del Nacimiento de Jesús trae para nosotros un sentimiento de inmensa alegría; nos recuerda al Dios-con-nosotros, al Dios humanado. Nos hemos preparado en el Adviento para vivir este tiempo de Navidad, es un tiempo de Dios cargado de alegría y paz. El profeta Isaías inicia diciendo: “Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero” (v. 7). Con esta frase se introduce un himno de salvación que canta la acción liberadora de Dios sobre Jerusalén. En ella aparece la referencia al mensajero de las buenas noticias que tiene la misión de actualizar el reinado de Dios en medio del pueblo. Isaías presenta la irrupción del reinado divino, se trata de una “explosión” de felicidad: “Ya reina tu Dios ¡Escucha! Tus vigías alzan la voz, a una dan gritos de júbilo” (vv. 7-8).

Junto a la alegría que transmite el texto del profeta, la Carta a los Hebreos nos recuerda las muchas maneras en las cuales habló Dios y, particularmente, en su Hijo. El texto de Hebreos exige coherencia entre la fe y la vida. Un niño viene en medio de nosotros a recordarnos con la ternura de su llanto la inmensidad del amor del Padre. La vida no debería continuar sin asumir la grandeza de este detalle. El día de Navidad es un tiempo para acoger en lo más profundo la inocencia de Dios que se hace nuestra. Algo de esto encontramos en el Evangelio de Juan que leímos hoy.

Dios, el Dios del principio, se hace vida, se hace palabra, se hace luz. Según Juan, Dios decidió instalarse entre nosotros, nos eligió como morada y espacio predilecto en el que quiso habitar. Detengámonos de manera especial en Jn 1, 14: “Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Unigénito, lleno de gracia y de verdad”.

La primera afirmación (“Y la Palabra se hizo carne”) es una respuesta al “cómo” que se plantea el inicio del evangelio; es la experiencia concreta que deja de ser “principio”, “logos”, “luz” para hacerse “carne” (sarx). Aquí se describe el acontecimiento histórico en el cual Dios se revela al mundo en el nacimiento de un niño que es su Hijo. Esta parte tiene una intención clara: a partir de la carne, como lo efímero y lo frágil, el Hijo vive la encarnación, es decir, el que era preexistente hoy tiene un rostro humano.

La segunda parte (“y puso su Morada entre nosotros”) confirma la comprensión esencial de la encarnación. En este trozo se encuentran el Dios del desierto y el de la corporeidad que caracteriza su presencia entre nosotros. La tercera parte (“y hemos contemplado su gloria”) enfatiza el tema de la revelación. La mirada que contempla la gloria del Verbo no indica un objetivo, sino una mirada contemplativa de la fe.

Cuando el evangelista habla de la gloria, en ella muestra la presencia creadora, amante y salvífica de Dios. El tema de la gloria se ratifica con la última parte del versículo (“gloria que recibe del Padre como Unigénito, lleno de gracia y de verdad”). Por un lado, el evangelista muestra la proximidad entre el Padre y el Hijo en el amor. Por otro lado, sugiere que Dios se revela en la forma exclusiva de la carne. San Juan nos entrega en este día un texto lleno de simbolismo según el cual el Dios invisible del inicio se hace visible en la humanidad.

LLAMEN ORANDO

En este día de Navidad los textos bíblicos me hacen exultar de gozo y participar del canto jubiloso que anuncia el nacimiento del Hijo de Dios. La ternura del pesebre, la sencillez de la cuna del Niño, las luces y todo cuanto está a mi alrededor me hablan de la grandeza de Dios que aparece ante nuestros ojos en una imagen infante, tierna, serena y silente. Quisiera citar un poema de san Juan de la Cruz oportuno para hoy: “En el principio moraba El Verbo, y en Dios vivía, en quien su felicidad infinita poseía. El mismo Verbo Dios era, que el principio se decía; Él moraba en el principio, y principio no tenía.

En ti solo me he agradado, ¡Oh vida de vida mía! Eres lumbre de mi lumbre, eres mi sabiduría, figura de mi sustancia, en quien bien me complacía […] Entonces llamó a un arcángel que san Gabriel se decía, y enviólo a una doncella que se llamaba María, de cuyo consentimiento el misterio se hacía; en la cual la Trinidad de carne al Verbo vestía; y aunque tres hacen la obra, en el uno se hacía; y quedó el Verbo encarnado en el vientre de María. Y el que tenía solo Padre, ya también Madre tenía aunque no como cualquiera que de varón concebía, que de las entrañas de ella él su carne recibía; por lo cual Hijo de Dios y del hombre se decía”.

LES ABRIRÁN CONTEMPLANDO

Niño Jesús, recibe en este día mi corazón como una ofrenda de amor. Tal vez no posea grandes cosas en él, pero lo poquito que tengo lo pongo a tus pies.Amén.

 

 


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