Ciertamente, el Cura de Ars no se destacó por su elocuencia ni por sus habilidades oratorias. Sin embargo, sus palabras llegaban hasta el fondo del alma de quien lo escuchaba. Las instrucciones que dirigía a su gente eran sólidas y ricas de doctrina cristiana; así lo confirman los apartes de sus homilías presentadas en este volumen. Gente sencilla y personajes conocidos acudían a escucharlo y confesarse. Esperamos que los lectores disfruten, de igual modo, esta compilación de homilías que, sin lugar a dudas, les llegarán al alma.